martes, 21 de enero de 2014

ISABEL, LA CABRERA

Siempre he sentido admiración por mis GRANDES paisanas. Plasencia ha tenido en la historia, grandes e ilustres hombres, pero no menos de GRANDES, con mayúscúlas han sido las mujeres, las damas de alta alcurnia y las humildes mujeres de andar por casa. Hoy me atrevo, aunque con algún temor por si alguno de sus descendientes me tachara de atrevida. He leido y oido varias versiones sobre la señora Isabel Pérez (la cabrera o la lechera, que de los dos modos se la denomina), yo voy a relataros, la que mas me gusta. en 1898.se tuvo noticia en Plasencia, que llegaba un tren mixto, venía desde Salamanca con repatriados de la guerra de Cuba. El itinerario, siempre me ha  parecido extraño, pues si venían en barco, lo natural es que vinieran por el sur o el este. Bueno, eso no viene a cuento. Venían heridos y enfermos de malaria. Se corrieron pronto las voces entre los pueblos por donde el comboy debía pasar, y en muchos sitios impidieron que parara. En Béjar hubo de repostar la máquina el agua, y de allí los echaron a pedradas, en el camino, no se les permitió para en ninguna estación. La máquina debía repostar de nuevo en Plasencia, se les concedió para en una via de descanso. La Señora Isabel, iba todos los días a por la leche a una finca un poco mas allá de la estación. Venia cargada con sus cántaros de leche cuando al pasar cerca del tren, vió una raida bandera española. Pensó que era el tren de los repatriados y al pasar cerca, oyó los gemidos lastimeros de los enfermos pidiendo ¡agua, agua¡ Se acercó, y el corazón se la rompio en pedazos viendo aquel cuadro, agua, no llevaba, pero sus cántaros iban llenos de leche, así que ni corta ni perezosa, se subió al tren y con los jarrillos de medir la leche, comenzó a saciar la sed de los heridos. Cuando acabó su tarea, se fué a casa pensando que alguno de aquellos infelices podía ser su hijo, o su vecino, así que convocó a todas sus vecinas de la calle Ancha, gente humilde, del pueblo llano y gran corazón, y todas las vecinas comandadas por la Isabel y la señora Jacinta Rovira, se desvivieron por preparar, café, chocolate, algún caldo del cocido... y hacian falta vendas, sobre todo vendas. Pues mas de una sábana se hizo tiras que sirvieran para limpiar y vendar las heridas. Como siempre me quedé sin papel, mañana sigo, pues el relato es hermoso y por este gesto fué concedido a Plasencia el título de MUY BENEFICA


2 comentarios:

  1. Tengo 87 años, soy uno de sus muchos bisnietos, hay muchos mas mas jovenes que yo, pues creo que soy el mayor, pero todavia existen dos nietos, Bonifacio y Maria Rosa Gonzalez Sanchez, que cuentan con 93 y 90 años respectivamente. Manuel Arévalo González

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  2. Me ha encantado su entrada. Yo desciendo de uno de sus nueve hijos, el sexto, Francisco, por lo que es mi bisabuela. Pronto, en Octubre, nos reuniremos en Plasencia, en Las Claras, para encontrarnos, y casi conocernos, ya que la vida ha dispersado a los descendientes.

    Puse su enlace en un texto mío. Quiero que lo sepa. También deseo que se de por invitada al evento, el doce de Octubre, a las once. Será bienvenida. Un abrazo y por Plasencia, donde mis hermanos y yo fuimos tan felices.

    Por si desea contactar a través de mi blog:
    https://albada2.blogspot.com/2019/06/isabel-la-cabrera.html

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