jueves, 3 de noviembre de 2016

LA CALBOTÁ DE LA CUEVA BOQUIQUE (III)

Pues creiamos todos que había terminado cn  rollo. Pues con los catarros y sus "curativos", se me pasó una anécdota curiosa que pudo ser has peligrosa. Mi madre, después de fregar los platos de la comida, dejó encima de una piedra el estropajo y el jabón encima del estropajo (entonces los estropajos era de esparto) Pues estábamos terminando de merendar cuando nos visitó un cochino gruñón. Se llevó el jabón sin pedir permiso y se largó corriendo. Ahora con la televisión todos sabemos lo que es un cochino y un jabalí, pero entonces, no teníamos idea de como era un jabalí. Nos hizo mucha gracia el "ladronzuelo" y nos reimos del rapto . Mi padre al día siguiente comentando con un criador de cerdos, se lo comentó. Es mas, le dijo que como los tenían por la Cueva Biquique sueltos. Su amigo se echó las manos a la cabeza, y le dijo :Esteban, habéis tenido sin saberlo un problema bastante gordo, por allí no hay cerdos, lo que os visitó fué un jabalí, que gracias al jabón no arremetió contra vosotros. Esto es lo que se me había olvidado deciros de nuestro dia de calbotes. No volvimos por allí a pasar un dia de campo, luego solíamos hacerlo al Puerto a ver la Virgen o a la Fuente Gerumbrosa, que estaba (no se si seguirá estando) por el camino viejo del Puerto. Y ahora si que llegó el fin. Gracias

miércoles, 2 de noviembre de 2016

LA CALBOTA DE LA CUEVA BOQUIQUE (II)

Por la tarde estuvimos cogiendo cardillos, para sustituir al repollo del cocido al dia siguiente, Entonces llovía con frecuencia no como ahora y había regatos por cualquier sitio. Pues también cogimos pamplina con la que mi madre al dia siguientee nos hizo una riquísima ensalada. Para los que no sean de por aquí, les explicaré un poco, los cardillos,  son una especie de cardos que salen pegados al suelo. Hay que cortarlos por debajo, y luego quitarles las hojas punzantes y quedan como una especie de pulpos silvestres, que cocidos con un chorizo o con un refrito de ajo, estan muy buenos. La pamplina, es una hierba de hojas menuditas que se criaba en los arroyos y la ensalada era un manjar. Mi hermano y yo mientras mis padres cogian la pamplina, lavaban y seleccionaban quitando las hierbas inútiles, nos dedicamos a saltar el arroyo, pero alguna vez no calculamos bien el salto, y las zapatillas quedaban chorreando agua. Lo normal es que al siguiente día estuviéramos resfriados. Yo siempre he tenido tendencia a toser y toser, así que mi madre no se andaba con remilgos. Por la noche me daba leche calentita con aspirina y por la mañana, compraba en la farmacia, no recuerdo si era sólido o líquido( harina de linaza con mostaza). Lo cocía con un poco de agua y formaba con ello una pasta, o puré que estendía sobre un trapo y hacía una cataplasma que me ponía todo lo caliente que pudiera aguantar o mas, en el pecho . Era de un asqueroso olor y color marrón, que parecía del color de una caca de vaca con diarrea. Cuando se enfriaba a cataplasma, se retiraba, pero quedaba un picor como si hubiera pasado sobre mi pecho una procesión de piojos y pulgas. Mi madre mitigaba los picores con polvos de talco. Si este "emplasto madurativo" no daba el resultado apetecido, se tiraba de las ventosas. Aquello era una especie de tortura, pero bastante eficaz. Os cuento. En una moneda de perra gorda de cobre, ponía un poco de algodón impregnado de alcohol, al que aplicaba una cerilla y cuando empezaba a arder. ponía un vaso encima, que al faltarle el oxígeno se apagaba la llama y empezaba a hacerse una montañita de carne dentro del vaso. Según la "gravedad", se ponía el redondel de color, que podía ser entre rojo o morado, se levantaba el vaso por un lado y se terminaba el tormento. Normalmente se ponían dos o tres, mas que doloroso era molesto, pero el llanto estaba asegurado. Eran los métodos de la época, con la cataplasma solía valer, (no me extraña), pues si yo hubiera sido catarro, tambien habría salido huyendo de la quema.  La tortilla de la merienda y las castañas asadas calentitas, eran el colofón de la fiesta ¡Que buenos los calbotes calentitos¡ Y para deciros esto he necesitado de dos jornadas, A quien  pacientemente llegue hasta aquí, gracias por aguantarme

LA CALBOTÁ EN LA CUEVA BOQUIQUE (DEDICADA A MARIAN CASTILLO)

Pues si, Marian como se que te gusta oir mis recuertdos y relatos, pues te dedico este . Mi padre, era un gran madrugador, y su ilusión era hacernos madrugar a mi hermano y a mí, cosa que nos desagradaba en extremo . Espero no liarme y ser breve ¿lo consseguiré? Pues aquel dia de los Santos, mi padre disfrutó haciéndonos madrugar para asistir a Misa a Santo Domingo a las ocho y media (no se por que teníamos que ir tan temprano). La noche antes ya teníamos los pertrechos a punto. Como éramos pequeños, Berna y yo, pues mi madre había confeccionado unas bolsas, que nos colgó en bandolera  para aliviar el peso de el cesto donde irían los aperos necesarios para la comida campera. En una bolsa, metió para mi hermano, dos platos de aluminio, una para cada uno, mis padres comieron del caldero directamente. Dos jarrillos de lata que los hojalaateros ambulantes nos confeccionaban con los botes de conservas, los remataban bien, y con destreza le hacían un asa con la misma lata de la tapadera del bote, los cubiertos, y poco mas. Disfrutó de lo lindo pues al moverse aquello sonaba al chocar y el gozaba con el tintineo. En la mía, creo que iba el pan, y dentro la tortilla para la merienda. No se si mas cosas, el resto lo llevaban entre mis padres. El arroz de la paella, rehogado para abreviar peso, la manta de tiras de trapo para poner el mantel, y el resto de cosas. (Abreviando.) Entonces Plasencia, terminaba en los Arcos de San Antón (acueducto), pasando los arcos no había mas edificaciones que la plaza de toros, así que en vez de ir por la carretera de Salamanca, nos fuimos campo a traves. El camino era menos cómodo pero mucho mas corto, quedamos a nuestra izquierda la plaza de toros y seguimos casi en linea recta hasta la Cueva Boquique. Había que buscar leña para hacer la lumbre. Nosotros dos muy afanosos colaboramos con unos palitos, (como si fuéramos cigüeñas para hacer el nido), pero mas feliz que una perdiz. Si no fuera por mi padre que encontró alguna rama de encina o alcornoque, la lumbre no hubiera llegado a tener tal nombre. Media mañana ¿por que tendríamos que salir tan temprano?. Descansamos un poco y nos fuimos a buscar espárragos con mi padre. Comida. Como no llevábamo servilletas, con el revés de la mano, nos limpiábamos la boca mi hermano y yo (no se por que aquel gesto lo llamábamos "longaní chorí",) eramos reñidos, cosa que nos divertía y sacábamos los moqueros (pañuelos) y nos serían de servilleta. Tendré que terminar mañana, como siempre, prometo no enrrollarme, pero no lo consigo