martes, 11 de febrero de 2014

MARIA DE ROZAS (IV)

Me he metido en un berenjenal, que me tiene desbordada, me tiene quitado el sueño. La vida de esta santa mujer, es tan rica en milagros, que a ver si soy capaz de condensarlos, de lo contrario, en vez de un blog, voy a aburriros con un libro completo. Murió su padre siendo adolescente, fué su maestro en la piedad y  esto la causó gran dolor. La madre, había sido buena administradora, tenía algún ahiorrillo y eso las libró de quedar en la indigencia. Poco despúes murió la madre y quedaron solas Juana y María. A Juana, ya mocita, las personas que las querían, aconsejaron que debía casarse. Accedió, la buscaron un joven de buena presencia, pero no de tan buenos sentimientos. No aclara el libro, pero da a entender que bebía y se volvía sumamente violento. La emprendìa a golpes con la pobre Juana. María se metía en medio para librar a su hermana de los malos tratos, y ahí, descargaba la ira violentamente su cuñado, ella paciente callaba, pensaba que lo merecía por sus muchios pecados y que era la penitencia que Dios la enviuaba. Cuando el frío o la lluvia arreciaban, empujaba a María violentamente y la tiraba a la calle para que se enfangara en el barro. Las vecinas, la recogían, la secaban y la aconsejaban que pasara con ellas la noche, pero ella volvía a casa por si su hermana estaba en peligro. Esto lo padecieron algunos años, pero el hombre que era pendenciero, una noche peleó con otro, sacaron las navajas y al cuñado de María, le tocó la peor parte. Con un buen tajo en la barriga y medio muerto, llegó a casa. Las dos santas hermanas, se desvivieron por atenderle con todo el cariño, que no merecía, y así pasaron día y noche, Juana tenía que hacer la casa y la comida y María no se movió del lado de su cuñado tratándole con todo el amor que su alma sentía por el prójimo, El hombre, se fué ablandando al ver el de amor que le daban las que el trató tan malamente, se arrepintió y las pidió perdón antes de morir. Vuelven a quedarse solas y se vuelcan la una con la otra, hacían juntas sus oraciones y Juana la leía vidas de Santos, sobre todo de San Francisco y Santo Domingo (la sierva de Dios, nunca supo leer) Se acostaban y en cuantos María veía a su hermana dormida, salía de la cama y pasaba la noche rezando arrodillada. Una mañana su hermana, la encontro helada y sin sentido, pero con una cara de felicidad un tanto extraña. Llamó a las vecinas que la ayudaron a meterla en la cama, pensando que estaba muerta, al sentir la cama dió un brinco (pues la tenía verdadero odio) y pidió perdón por haberlas asustado. Esto ocurrió dos veces por lo que su hermana decidió que dormirían juntas. Obedeció, pero con disimulo puso una tabla debajo de la sábana para estar incómoda, pero tambiém salía de la cama para rezar en cuantos Juana se dormía y se metía en ella cuantos amanecía pra que no se diera cuenta., Luego iba a confesarse por mentir a su querídísima hermana. Pero poco tiempo despúes, también murió y quedó sola. Pensó entrar en un convento de vida contemplativa, pero no teniendo para pagar la dote, se fué a casa, dió cuanto tenía en ella a los pobres, para ser pobre por amor de Dios, y dedicarse a hacer caridades y oraciones.

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