Mañana sigo, si puedo, me está sobrepasando la vida de esta mujer, y como el libro es un tanto enrevesado y va de atrás alante, tengo que leerlo varias veces para ponerme un poco en órden las ideas, espero que La Rozas, me eche una mano...
domingo, 9 de febrero de 2014
MARIA DE ROZAS (III)
El padre de María, desde muy pequeña la llevaba a visitar al Santísimo despues que terminaba su trabajo, y la pequeña le cojió tal afición a esta devoción que deseaba fervientemente ver venir a su padre para hacer su visita diaria. También la niña le pedía que le contase pasajes de la vida de San Francisco de Asis,del que su padre era muy devoto, Como siempre estaba pensando en hacer sus oraciones, se distraía de los mandados de su madre, de forma que esta comenzó a llamarla MARIBOBALES. Como lo hacía como una chanza, la niña agradecía desde dentro de su corazón que su madre la humillase, pues se tenía en tan poco valor. Luego que fué algo mayorcita, se pasaba las noches de rodillas en el suelo rezando y pidiendo a Dios la hiciese buena y virtuosa. Luego iba a confesarse diciendo: -¡Que el Señor se apiade de mi, soy mala y mentirosa¡ Mi madre me queda acostada y yo la engaño, pues en cuantos siento que se ha dormido, me levanto a rezar, y luego me acuesto cuando la siento levantada para que creo que hice lo que me mandó. El confesor, quedaba prendado de la virtud de la niña, y la animaba a sus rezos, que no era malo lo que hacía, que era mejor complacer al Señor que a su madre, pero que fuese obediente. Cuando llegó a ser medio adolescente, madrugaba, se iba a los hospitales a ayudar a las monjitas a curar a los enfermos y hacer limpieza, luego se iba a su casa tan contenta. No la gustaban mucho las reuniones con las amigas de su hermana, que la tenían en gran estima por lo gracioso y edificante de sus charlas, y ella procuraba huirlas sin molestar a nadie. Decía, como soy Maribobales y medio tonta, se rien de mis cosas, a mi no me gusta por que me distrae de mis oraciones.
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