martes, 3 de diciembre de 2013

NUESTRO PAVO DE NOCHEBUENA

La historia de nuestro pavo de navidad, tiene su gracia, por que en mi casa siempre habíamos cenado pollo, pero aquel año, mi padre había rellenado la solicitud y los papeles pertinentes al hermano de una de las chicas que mi madre tenía en el taller cosiendo,  sabía leer y escribir, malamente y el pobre era incapaz de rellenar unos papeles, para solicitar una casilla, (creo que se llamaban de camineros) y que la RENFE tenía distribuidas entre las estaciones, creo que para vigilar y limpiar los kilómetros de  las vias en el trozo que   le correspondiera con respecto a la situación de la casilla. Consiguió el empleo, ya que mi padre habló con algún conocido, le consideraron idóneo y entró a ser (como el decía) de la RENFE. Pues en agradecimiento, regaló un pavo a mi padre. La casa donde vivíamos era enorme, para que os deis idea, tenía siete habitaciones dos comedores, una despensa una cocina normal y otra de leña que utilízábamos como carbonera y para las matanzas, una de las habitaciones, era para jugar los tres hermanos, la llamábamos el cuarto la churra, no se de donde el nombre. Pues allí en el cuarto la churra, metimos el pavo para matarle las vísperas de Nochebuena. A mi padre le dijeron que era mucho mas fina la carne si emborrachaba al pavo antes de matarle. Pues llegado el día, manos a la obra. Mi hermano Candi, que era bastante "caguichi" se quedó fuera de la habitación y mi hermano  Berna,  mi madre, mi padre y yo, en la habitación intentando sujetar el pavo, que se resistía y daba unos vuelos del susto, dándose coscorrones  contra las paredes y el techo. Cuando ya cansado quedó quieto un momento, lo sujetó mi padre. Y ahora llega lo difícil. Mi padre botella de vino en ristre, mi madre tratando por todos los medios de abrirle el pico para ponerle un embudo, y berna y yo sujetando el pavo. Nos costó lo nuestro, pero al final,mi madre consiguió introducir el embudito en el pico, y mi pade con gran decisión, comenzó a echarle el vino. El bicho se atragantaba e intentaba huir, pero le teníamos amarrado con fuerza. Cuando había ingerido cierta cantidad, el pavo se quedó quieto, le soltamos, y ¡vaya juerga¡ no se tenía de pie, daba bandazos con las alas y (cantaba) glu, glu, y se caia para todos lados, entonces llegó la hora del sacrificio y de nuestras lágrimas al verle morir, pues le habíamos tenido unos dias como un juguete viviente, dandole de comer y le habíamos cogido cierto cariño. Mi padre era bastante guasón, se lo conto con grandes risas a un amigo, y este le dijo, que no se hacía así, que se le echaba el vino en pan y el animal al comerlo se cogía la "pítima". Así de fácil, con lo que a nosotros nos había costado emborracharle.... 

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