Voy a contaros otra de mis cosas que pasado el tiempo, hasta a mi me resulta divertida, pero en aquel momento pasé mis apuritos, Era el día de Santiago, yo estaba como todos los veranos pasando el verano en casa de mi tia Rufina, tenía tres hijos y tres hijas, así que conmigo éramos siete y no necesitábamos a nadie mas para pasarlo en grande. De todas formas teniamos cada uno nuestra pandilla. Pues un 25 de Julio, con un sol de justicia, acordamos despues de comer subir de Béjar a Candelario. Debe de haber seis o siete kilómetros. Pero no creáis que íbamos en plan cómodo, ¡que va¡ Mas "monas y elegantes"¡ con nuestros vestidos domingueros y unos tacones bien altos, nuestra carterita de plesiglás que estaba muy de moda, y con nuestra atrevida juventud, si no... seguro que mas sensatas no hubiéramos hecho esa locura. Pues decidimos subir a los toros, no recuerdo bien pero debimos llegar echas unos zorros. El "coso" era un montón de carros y tablones cerrando una placita. Los tablones, estaban bastante separados (digo esto por que luego veries tiene su importancia). Mi prima Mary, era mas agarrá que un chotis, siempre iba con poco o ningún dinero de forma que entre todas teníamos que poner lo que faltaba para entrar en el cine o donde fuera, en este caso a los toros. Estábamos todo afaniosas haciendo cuentas para ver si nos llegaba y no quedar a mi prima en la calle, cuando nos encontramos con mi primo Luis y el novio de mi prima Juanita. Era Pepe, mas soso que un huevo sin sal. Nos preguntaron que hacíamos y se lo dijimos, entonces Pepe, dijo :El portero es amigo mío, vais pasando y decís "Ahi viene Pepe", Nosotros fiadas y contentas fuimos pasando y diciendo al portero "Ahi viene Pepe", El hombre nos iba contando, seis, siete,mi primo ocho, y luego Pepe. Como nadie venía detrás el hombre preguntó ¿donde esta Pepe? y el con su cara de tonto dijo, Pepe soy yo. Las entradas. No si no tenemos entradas. El portero prendió a correr detrás de nosotras, ya que ellos se quedaron fuera. subimos los escalones y debajo estaban todos los mozos del pueblo mirando para arriba a ver las bragas de las mozas. Esa las lleva blancas, esa azules, pero a mi la ropa interior negra siempre me gustó mucho, pues bien mis braguitas eran negras, cosa que a ellos los volvió locos y prendieron a correr detrás de mi. No se sus intenciones. Nosotras siete corrrimos como locas para salir a una era lejos del pueblo, hasta que nos vimos libres de ellos y emprendimos a toda prisa el regreso, pero todo esto con nuestros tacones. Luego que dimos con Luis y Pepe, se rieron de nosotras, por que al quedar la puerta sin portero, el lleno de la plaza fue completo y además ellos de espectadores mientras nosotros pasábamos todos los apuros del mundo
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