sábado, 1 de marzo de 2014

RECUERDOS DE MI INFANCIA

Estos recuerdos, son autobigráficos. Comienzo.
Son recurdos de mi infancia, los que os voy a relatar, con ellos quiero rendir un homenaje a un personaje entrañable, al señor Hilario "El Calibre".
Eran los duros tiempos de la guerra y la posguerra, cuando los niños (que carecíamos casi de todo) apreciábamos con toda el alma que nos obsequiaran con un caramelo... una galleta... y un juguete, ese era nuestro tesoro al que cuidábamos y protegiámos de todo mal. ¡Con que ilusión esperábamos los Reyes Magos!
Este preámbulo es para situaros mas o menos en aquellos tiempos. Yo nací en Plasencia, de padres bejaranos, la familia de mi padre eran de Béjar desde lo que los abuelos recordaban, los de mi madre, eran de Sanchotello mi abuelo y de Trabanca mi abuela. Yo siempre digo que soy extremeña de sangre charra.
Me crié a caballo entre Béjar y Plasencia. Mis abuelos, me adoraban y con ellos pasaba los veranos. No fuí la primera nieta, (si la mas querida y mimada). Hacla el núemero 33, despues nacieron cuatro mas, mis dos hermanos y los dos pequeños de mi tia Rufina, así que mis abuelos conocieron ya "polleritos" y mayores 37 nietos, que otros murieron siendo infantes o nacieron muertos. Gran familia ¿eh? Claro que mis abuelos tuvieron doce o mas hijos. Mi madre y mi tia Luisa se llevaban mas de 18 años, y había muerto el primer niño que tuvieron. Mis tias me contaban que cuando mi madre nació, le sentó tan mal a mi tia que no queria ver a la niña, que la daba vergüenza (pues tenía novio), que su madre hubiera tenido otra hija. Luego al final de la vida vivió aquí en Plasencia con nosotros o de lo contrario habría vivido en la indigencia. Lo que son las cosas, luego Magdalena era para ella un ídolo.
Maruchi, yo, era una niña muy cariñosa, graciosilla y que no le daba vergüenza de nada ni de nadie. Lo mismo cantaba, que bailaba, que recitaba los versos que mi padre me enseñaba y que yo enseguida retenía en mi memoria, yo tenía gran facilidad para aprender todo.
Mi abuelo, cuando venía de trabajar de la fábrica (era tintorero de paños en Navahonda) se iba a la taberna de la señora Inés, "la misina" que estaba al lado de casa. Era bajita y poquita cosa, aparentemente
pero mas lista que el hambre. Mi abuelo decía que tenía de sabidfuría tres cuartas bajo tierra. Su marido, era un amigo del descanso, yo nunca supe que trabajara en nada, y era además el mejor cliente de la taberna. Mañana continuo, como siempre me enrrollo y se me acaba la página

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