sábado, 15 de marzo de 2014

LA SERRANA DE PLASENCIA O DE LA VERA

No se por que me atrevo a meterme en estos lios, pero me encanta  hacer conocer a los que no conocen a mis aguerridas paisanas, y a los que conocen las historias o leyendas, para que las recuerden. Hoy me atrevo, nada mas ni nada menos que con La Serrana de Plasencia, mas conocida como la de la Vera, pues fué en las inmediaciones de Garganta la Olla, donde transcurrieron los hechos mas relevantes. Esta, hermosa mujer, ya que la describen, bella de cuerpo bien formado y gran atractivo. Bien educada, tocaba el arpa, la vihuela y cantaba muy bien. Manejaba con maestría el arco y la honda. Era de noble familia placentina, algunos creen que pertenecía a la familia de los Duques de Plasencia y Béjar. Tenía novio, que debía marchar a una de las tantas guerras, pero antes de despedirse para la marcha, la deshonró. Prometió que al volver se casaría con ella para corregir el desacato, pero no sucedió así. El galán se olvidó de la promesa y unos dicen que volvió casado y otros que se negó a cumplir su promesa, lo cierto es que ella, despechada y llena de rabia, le mató. Perseguida por la ley tuvo que huir, y se refugió en los montes de la Vera de Plasencia. Allí con sus cánticos atría a los caminantes y los llevaba hasta la cueva que habitaba. Los hacía una suculenta cena con las presas que ella misma había cazado, los hacía beber un buen vino, los seducía y gozaba, y cuando estaban dormidos, los mataba y enterraba, de manera que nadie volvía a saber de ellos- conociendo bien el terreno donde vivía y corriendo de boca en boca sus hazañas, nadie, se atrevía a perseguirla, y de este modo fueron varios los hombres que cayeron bajo sus engaños y belleza, que les costó bien caro. Un pastorcillo, muy avispado él, consiguió zafarse de una muerte segura. La Serrana, enamoró al chico y lo llevó como otros tantos a su guarida, le hizo la cena y luego con sus cantos de sirena lo cameló, pero el chico vió una calavera y preguntó de quien era. Ella muy resuelta le dijo que de uno de los hombres que ella había gozado y matado. Le dió a beber para emborracharle, pero el zagal, tiraba la mayor parte del vino. Ella bebía y bebía pensando en el disfrute de aquel jovencito que le antojaba el mas hermoso de todos los que habían caido en sus manos. Le mandó cerrar la puerta, el chico hizo como que lo hacía, le pidió la llave, se la entregó y ella la guardó como hacía siempre. No se sabe a ciencia cierta si gozó del chaval, o simplemente quedó dormida, cosa que este aprovechó para huir. Cuando la Serrana se dió cuenta, salió como una fiera herida a buscarle, primero con halagos, le llamaba, luego le apercibia de que había perdido alguna prenda, y por último con las peores intenciones. Mañana sigo, como siempre se me acabó la página

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