lunes, 3 de marzo de 2014

RECUERDOS DE MI INFANCIA (III)

Los abuelos y yo, escuchábamos la música fuera del parque en un paseo que creo se llamaba la merendera, era un buen sitio, veíamos el Parque y lo que pasaba dentro, se estaba fresquito y parece ser que teníamos como arrendado cada uno nuestro banco, siempre éramos los mismo en el mismo sitio. Iban unos cuantos curas a oir el concierto, yo los recuerdo a todos mayores y gordos (a lo mejor no era así). Cuando la música sonaba y yo bailaba, les hacía mucha gracia, y llegamos a ser amigos y todo, me llamaban y yo les hacía mis gracias, ellos me obsequiaban con una galleta, un caramelo, una estampita y una vez hasta me dieron una medallita de la Virgen Milagrosa.Desde nuestro sitio, yo veía las idas y venidas del señor Hilario vendiendo su dulce mercancía. No era mi intención el echarme "incienso", pero si no hago este inciso, no sabréis que mi deseo es hacerle un homenaje al señor Hilario.. Mis abuelos vivían en una casa que abre a dos calles, a la subida de San Juan y a la calle Trascorrales (os estoy hablando de Béjar, claro), desde allí se veía la plaza que conociamos como la Puerta la Villa, pues yo tras los cristales asomada esperaba ver venir al Calibre, corría a darle un beso y el sacaba de su bolsillo el pirulí para su Maruchi, alguna vez que se le dió bien la venta, hasta me trajo un muñequito. Ese beso creo que le hacía muy feliz. Al señor Hilario, solo le conocí un traje, cuando yo iba a su casa me daba un poco de "cosa", Tenía colgada de una viga con una cuerda, una caña donde colgaba su chaqueta, metía una manga por cada lado de su "pecha" de manera que parecía que la chaqueta estaba crucificada.No era la únicca niña en la vecindad, recuerdo otras tres y dos niños, que algunas veces no me "ajuntaban"  por haber dado un beso al Calibre, pero pasaba enseguida y volvíamos a jugar juntos de nuevo. Yo tenía cierta curiosidad por saber donde hacía los pirulís el señor Hilario, no me cuadraba ningún sitio de su habitáculo. Un dia, le pregunté a mi abuela y me dijo que los hacían en la dulcería de Cela,( el solo los vendia,) yo creo que la mas importante de Béjar que estaba frente al Ayuntamiento en la Plaza de San Gil, bueno así si. Una tarde, por mas que miraba no vi venir a mi amigo, la cuesta arriba, le ví como escondiéndose bajar por la cuesta de San Juan y meterse en casa cerrando tras de si la puerta, cosa que no hacía nunca. ¡que disgusto¡ el señor Hilario, no me quería. Luego me enteré que había sido mala la venta. Ahora pienso si algunas veces se quedaría sin pan por darme a mi el capricho del pirulí. Pues tampoco hoy termino, falta lo mas importante y emocionante para mi, pero os prometo mañana, que si finalizo

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