A lo mejor es una tontería, pero quiero que mis hijos y nietos, se rían un poco de mi tiempo y de lo que ahora se consideran cursiladas. En Plasencia, teníamos en el Cuartel de la Constancia, una gran guarnición de militares. Por las tardes cuando les daban salida a los soldaditos, tenían que pasar revista al salir del cuartel ante el oficial de guardia, que les revisaba desde las lustrosas botas hasta los dorados botones, el cinto,el traje, en fín, salían del cuartel hechos unos pimpollos, y como eran jóvenes con ganas de acercase a una chica. Nosotros huíamos de su compañía, no se por que, bueno si, eran muy plomos. Al pasar junto a una jóven se deshacían echándola piropos, lo guapa, salero y tal, era muy vulgar, algunos los tenían muy rebuscados, de esos quiero contaros algunos que recuerdo. Un día iba yo con mi madre, y se paró un soldado delante, nosotros paramos creyendo que nos iba a preguntar alguna dirección, pero no, se dirigió a nosotras diciendo: Señora, ¡vaya usted con Dios y su hija conmigo¡, a mi madre no le hizo mucha gracia, pero yo me partía de la risa.
Otro: Vale mas tu cuarpo andando que Manolete toreando. Otro: Por ti dejaría la ciencia, sin remordimiento de conciencia. Este debía ser estudiante. Otro, pero este es de los que yo llamaba malolientes o de color marrón. Muñeca, si no cagaras ni mearas, te ponía en la cómoda de mi madre.
Este es el colmo de lo guarro que debía ser el tipo: Tienes los ojos mas negros y mas rajaos que mis calzoncillos a fin de semana. Ahora no recuerdo mas, pero los hay y con bastante chispa. Otro día os cuento, Aunque a lo mejor no os interesa, pero ahí lo quedo
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