jueves, 25 de agosto de 2016

LOS QUINTOS, LA MILI Y MIS RECUERDOS (II)

Bueno vamos a seguir con lo que en verdad quería contaros. Cuando los mozos eran llamados a filas, tenían que venir de casi toda la provincia a la Zona, que está a la salida de la Puerta Berrozana, en un antiguo palacio o caserón, donde antes estuvo la alóndiga, En la lista figuraba cada mozo con su número, siempre con la primera inicial del primer apellido. Los que empezaban por A, eran los primeros. Algunos mozos (me estoy refiriendo a los años cuarenta o cincuenta del pasado siglo) como los medios de comunicación era escasos, pues tenían que venir en burros o mulos de los de trabajar en el campo. Los mas afortunados, pasaba por su pueblo el coche de linea.  Muchos de ellos nunca habían salido de su pueblo, ni habían visto el tren, ni otras tantas cosas que les llamaban la atención. Venían al tallaje y pesaje acompañados siempre de sus padres , tras este requisito, les daban aptos para toda clase de servicios, muy pocos por faltos de talla o estrechos de pecho, eran rechazados para servir a la Patria  Luego se metían en una gran bolsa tantos números como quintos había en la lista. Si para Africa pedian cien, por ejemplo. Uno de los oficiales sacaba un número y a partir del mozo al que tal número correspondía, se contaban los cien. Al que le tocaba a Africa era como un drama familiar. Entonces España tenía varios protectorados y no muy saludables y bastante faltos del necesario agua, ese era el motivo, o uno de ellos, otro es que a lo mejor en los  dos años y pico o tres que duraba la mili no disfrutaba de permiso alguno.
Al entrar en quinta, el muchacho , pasaba a ser un hombre, y para demostrárselo, su padre, le entregaba su tabaco picado, el librillo de papel de fumar, y ya podía fumar delante de todo el mundo. Como en todos los estamentos hay clases, pues algunos padres, entregaban al chico una cajetilla de tabaco picado, el librillo del papel de fumar y un chisquero ¿sabéis lo que es un chisquero? Un chisquero, era un tubito metálico hueco. En la parte de arriba, tenía un mínimo agujerito donde se metía una piedra, minúscula, redondita como de un milímetro o así, se bajaba una ruedecilla, se metía en el tubito una mecha color naranja de algodón, por abajo se hacía una especie de moña y por arriba, se enganchaba una bolita que hacía de tapadera. Es difícil, pero intentaré que me entendáis, La ruedita se giraba con los dedos, saltaba a la mecha una chispa, se soplaba para avivarla, se acercaba el cigarro, se daba una chupadita, y el cigarro encendido. Se tiraba para abajo de la mecha, la bolita que remataba arriba, ceraba por completo el orificio y al faltar el óxigeno a la mecha se apagaba. Los mas riquillos, presumian por que su padre le había regalado una petaca llena del preciado tabaco, el librillo de papel de fumar y UN MECHERO. Me ha pasado lo de siempre, mañana prometo acabar de daros la lata con mis recuerdos, que están tan pasados de moda como yo.

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