sábado, 13 de diciembre de 2014

AQUELLAS NAVIDADES ENTRAÑABLES DE MI INFANCIA (III)

Como la tarde no está para paseos, os acabaré de contar aquellas entrañables Navidades, donde casi no teníamos nada y éramos felices. A la Misa del Gallo, acudían tambien  otros matrimoniois amigos de mis padres, Los Berrocoso, tenían dos hijos, una como mi hermano Berna, mas o menos y otro mas pequeño, que a mi me servía como pareja para los bailes que organízábamos tras la Misa. Mi hermano Candi, era mas pequeño y quedaba desparejado y le tocaba o la chica que tenían los Berrocoso de criada, creo que se llamaba Pepa y mi hermano no la podía ver ni en pintura, así que emparejarlos era parte der la fiesta, o a una prima, que era mayor que el y tampoco le hacía mucha gracias, pero esto viene después. Mi madre antes de ir a Misa, ya había preparado un buen puchero de café para taparnos el frio, pero lo que todos estábamos deseando es que nos sacara la Sopa de Almendras. Nunca supe como las hacía, se que freia las rebanadas de pan y ponía una capa de almendras y azúcar encima, así una y otra vez hasta el tope de una fuente que solo servía cada año para eso. Luego le echaba la leche hirviendo, y canela y no se cuantas cosas mas, pero que hacía las delicias del personal. Entonces no teníamos aparatos que nos hicieran música... pero para que necesitábamos aparatos si nosotros solitos éramos capaces de estropear las mejores partituras y bailar. También jugábamos a las sillas. Ya sabéis, siempre falta una y pierde el que se queda sin asiento, a la escoba, que era ir bailando, quien tenía la escoba, la tiraba y había que cambiar de pareja, el que quedaba en blanco, hacía de escoba, formábamos una algarabía tremenda y sobre todo cuando en el baile le tocoba a Candi con la chacha, cosa por otra parte que todos procurábamos que sucediese. Cuando nos cansábamos íbamos a otra casa a comer los dulces, y así hasta que casi amaneciendo llegábamos a casa mas contentos que unas pascuas y con la voz de un arriero borracho de las cantinelaas. Los mayores se nos fueron y los demás crecimos, nos casamos y todo cambió. Ahora cuando nos encontramos los supervivientes, siempre comentamos aquellas entrañables Nochebuenas. Para los niños, empezaba la fiesta por la tarde (debía haber empezado por aquí) íbamos a pedir el aguinaldo por las casas de los vecinos y parientes, con nuestros instrumentos musicales, que consistian en una zambomba hecha con un bote, un trozo de tripa y una pajita que algún albardero nos regalaba. Los que no tenían panderetas, con un trozo de tabla y unos platillos de los botellines de gaseosa macahcados, una pua clavada en medio de los platillos a la tabla, y zas, una sonaja, alguna castañuela y a dar la murga. Teníamos la obligación de cuando nos daban aguinaldo, que a lo mejor era una perra gorda (diez céntimos de peseta) o caramelos, la pandereta hacía de "gorrilla", cantar un villancico, y en algunas casas que sabían quienes éramos y no querían darnos nada, o no nos abrían la puerta también para eso teníamos nuestra canción. DAME EL AGUINALDO QUE ES LO QUE TE PIDO, SI NO ME LO DAS, ME CAGO EN EL PORTAL. Otra perla: ESTAS PUERTAS SON MUY ALTAS Y EL CERROJO DE MADERA, A TODOS LOS QUE ESTÉN DENTRO, QUE LOS ENTRE CAGALERA- Nosotros teníamos costumbre por la tarde de ir a casa de mi madrina, que era muy señorona y no salía de casa mas que a Misa, con su criada y su reclinatorio rojo de terciopelo. Pues mi padre, cantaba mal, pero Pablo, el marido de mi madrina, no cantaba, berreaba, se ponían unas copitas de gloria, y aquel "tocadiscos gargantil" se ponía en marcha. Siempre un eterno villancico, que aburría a los mas pacientes y que a ellos los divertía grandemente, y que al final cantábamos todos a ver quien lo hacía peor. Luego a casita y ahora si que debía haber comenzado, pero, ya no hay remedio, espero haberos entretenido, a mi me sirve de añoranza, y me acompaña en mi soledad

2 comentarios: