sábado, 13 de diciembre de 2014

AQUELLAS NAVIDADES ENTRAÑABLES DE MI INFANCIA (II)

El Gallito, pasaba la noche al sereno, por la mañana estaba mas tieso que don Canuto en un día de fiesta, hasta la cresta se le habia descolorido del frio nocturno que había pasado. Luego mi madre lo troceaba y le hacía un guiso con almendras y al final machacaba la yema de un huevo cocido y picaba la clara y aquelo, estaba de rechupete lairón. No es como los pollos de ahora que se cuecen en pocos minutos, aquellos buenos mozos, criados a su libre albedrio en el campo, eran bastante mas duros, y la lumbre de carbón, mas lenta, así que había que estar todo la tarde pendiente del ave y soplando la lumbre. Todos estábamos dispuestos a probar el pollo a ver que tal estaba, pero mi madre no nos dejaba, pues a lo mejor peligraba alguna tajada (estoy hablando de la posguerra que a lo mejor tenñiamos mas hambre que los pavos de Manolo). Terminado el pollo, se cocinaba el resto de nuestra cena de Nochebuena, mi madre hervía envuelta en un trapito blanco para que no se estropeara, la merluza, que luego rellenaba, no se con que, pero que estaba riquísima y cubria con vinagreta, ¡Que bonita quedaba la fuente¡ Luego con el agua de hervir la merluza, al día siguiente nos hacía unas sopitas estupendas para comer. Seguimos.
El primer plato, eran alcachofas con jasmón, que ahora es corriente, pero entonces, mi madre con antelaqción y bajo cuerda conseguía de nuestro "ultramarinero" un bote para la celebración, Luego venían los turrones. Aquí haré punto y aparte pues merece la pena, ya que consistia en una verdadera juerga. Mi madre nos tenía preparados unos cucuruchos de papel vacioque nos entregaba a cada uno, y comenzaba a contarnos las peladillas, nosotros arremolinados junto a ella intentábamos pillar alguna de estraperlo, pero las manos de mi madre eran mas lijeras que las nuestras. Luego los piñones, esa era otra, como contarlos era tarea de chinos, ella tenía una copita que llenaba y nos iba repartiendo una a cada paquete. Así contado casi no le veo la gracia, pero armábamos tal follón que la diversión era total. Mi padre, se guardaba en el bolsillo de la chaqueta el cucurucho con su "tesorito", pero yo muy zalamera iba de vez en cuando ha hacerle carantoñas y a darle besitos, mientras mi mano con disimulo entraba en su bolsillo y le "filfaba" alguna golosina, bueno a mi me parecía que lo engañaba, pero la verdad es que el se hacía el tonto y me dejaba a mi disfrutar de mi triunfo. Aquella noche nos daban una copita de sol y sombra (mitad anís, mitad coñac) ¡Estaba mas buena¡. Luego a la Misa del Gallo. Pero mañana os contaré mas cosas, pues he empezado por la cena, pero antes pedíamos el aguinaldo y eso era también muy divertido, así que hasta mañana si Dios quiere.



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