La otra anécdota que os quiero contar (de momento), me ocurrió a mi. Sin saber como ni cuando, empecé a ponerme roja a hincharseme la cara y a llenarme de ronchas. Debió de ser alguna flor de las que recogía para adornar mi "pamela", pues nadie mas se intoxicó. Entonces no había ni ambulancias ni puestos de socorro, ni cosa ninguna (por eso y por otras cosas mas, os decía que como habían cambiado los tiempos) Así que mi madre me hizo ingerir varias cucharadas de aceite para contrarrestar la intoxicación o para que devolviera si algo me había sentado mal. Luego un vaso de leche que tambien el calcio que contiene era un buen remedio, luego no se de donde salió bicarbonato, que también tuve que tragarme. Pues con aquel "cacao maravillao", mi estómago se enfadó muchísimo... La intoxicación fué cediendo, pero me entró un apretón.... Como todo estaba rodeado de gente, había que buscar sitio para el "desembarco". Saltamos la pared de una finca, que aunque no tendría mas de sesenta centímetros... pues con el esfuerzo, me fuí un poco de vareta, luego las mujeres, me hicieron una especie de biombo humano (puestas de espaldas, claro) y allí, me desahogué con gran concierto de música de viento, tan maloliente que todas tuvieron que taparse la nariz. Luego bajamos hasta el arroyo cercano (otro corrillo) y mi madre y yo en medio, aseándome. Las bragas, las lavó como pudo, y luego las puso a secar en unas retamas cerca de la lumbre. Vamos que mis braguitas se lucieron de lo lindo. Yo como entonces éramos muy pacatas, sentadita sujetando mi falda no viniera algún aire y me la levantar ¡que peligro¡ Pero yo que he sido siempre muy inquieta y me empeñé en ponerme las bragas sin terminar de secarse, y aquí la cosa cambió mi postura, pues no podía sentarme no traspasara la humedad la falda y pareciera que me había hech0 pis encima. Entonces, maldita la gracia que encntraba yo al percance, pero años después comentándolo, nos hemos reido de lo lindo. Ya me van quedando sola todos aquellos amigos y familiares que me acompañaban, yo también, no se cuando me marcharé, pero quiero quedar para mis hijos y nietos esros recuerdos. Y se terminó el rollo., aunque os amenazo con alguna que otra anécdota que recuerde. Gracias
martes, 5 de abril de 2016
ANECDOTAS DEL DIA DEL PUERTO
Os voy a cansar un poco mas con mis recuerdos. Lo que os voy a comentar, es de hace muchos años. Era por entonces Obispo de Plasencia, don Juan Pedro Zarranz y Pueyo. Era un señor con un estilo difícil de imitar. Impresionaba ir a besarle el anillo (cosa que por entonces era corriente cuando te encontrabas al Obispo como señal de respeto) Luego era atento a pesar de parecer inaccesible. Yo nunca he conocido un señor Obispo como el. Cuando en las grandes celebraciones salía en procesión desde el Palacio a la Catedral, era algo fuera de serie. Vestía con gran lujo su sotana púepura y su roquete blanco de encaje, calzaba unos chapines de raso bordados, maravillosos y una capa, púrpura tambien con una gran cola que le sostenía algún seminarista. Entonces había dos seminarios, el Mayor, y el Menor donde comenzaban los "curinas" su carrera para llegar al sacerdocio. Pues era como una procesión todos los seminaristas en fila con su sotana y su roquete y el señor Obispo cerrando la comitiva. Precioso. Todo este rollo es para que os deis idea de lo aventurada que fué la decisión de mi padre. Estábamos en nuestro "rancho" cuando vimos venir al señor Obispo rodeado de sacerdotes, dando un paseo antes de Celebrar la Misa. Todos fuimos a besarle el anillo, pero he aquí, que mi padre se presentó con uno de aquellos jarrillos de lata que nos preparaban los hojaleteros callejeros, con vino para obsequiar al Obispo. Mi madre que le vió intentó oponerse, pues ella tenía una clase.... debían complementarse muy bien su finura y el salero de mi padre, pues siempre fueron, (fuimos) muy felices, y un hombre tan enamorado de su mujer como mi padre, no creo que haya marido que lo supere. Pues, se plantó delante y le dijo: Vengo a convidar a un traguito a su Ilustrísima. Todos nos quedamos petrificados, pero a don Juan Pedro, le hizo mucha gracia la ocurrencia, y es la única vez que yo le vi reir. Bendijo el vino y se disculpó al no poder aceptar por tenedr que guardar el ayuno eucarístico.Tenemos una foto, en la que yo estoy echándome mano a la cabeza. Pues luego todos los años era el señor Obispo el que iba a bendecir el vino del jarrillo que mi padre le presentaba, del que luego todos echábamos un traguito.
La otra anécdota que os quiero contar (de momento), me ocurrió a mi. Sin saber como ni cuando, empecé a ponerme roja a hincharseme la cara y a llenarme de ronchas. Debió de ser alguna flor de las que recogía para adornar mi "pamela", pues nadie mas se intoxicó. Entonces no había ni ambulancias ni puestos de socorro, ni cosa ninguna (por eso y por otras cosas mas, os decía que como habían cambiado los tiempos) Así que mi madre me hizo ingerir varias cucharadas de aceite para contrarrestar la intoxicación o para que devolviera si algo me había sentado mal. Luego un vaso de leche que tambien el calcio que contiene era un buen remedio, luego no se de donde salió bicarbonato, que también tuve que tragarme. Pues con aquel "cacao maravillao", mi estómago se enfadó muchísimo... La intoxicación fué cediendo, pero me entró un apretón.... Como todo estaba rodeado de gente, había que buscar sitio para el "desembarco". Saltamos la pared de una finca, que aunque no tendría mas de sesenta centímetros... pues con el esfuerzo, me fuí un poco de vareta, luego las mujeres, me hicieron una especie de biombo humano (puestas de espaldas, claro) y allí, me desahogué con gran concierto de música de viento, tan maloliente que todas tuvieron que taparse la nariz. Luego bajamos hasta el arroyo cercano (otro corrillo) y mi madre y yo en medio, aseándome. Las bragas, las lavó como pudo, y luego las puso a secar en unas retamas cerca de la lumbre. Vamos que mis braguitas se lucieron de lo lindo. Yo como entonces éramos muy pacatas, sentadita sujetando mi falda no viniera algún aire y me la levantar ¡que peligro¡ Pero yo que he sido siempre muy inquieta y me empeñé en ponerme las bragas sin terminar de secarse, y aquí la cosa cambió mi postura, pues no podía sentarme no traspasara la humedad la falda y pareciera que me había hech0 pis encima. Entonces, maldita la gracia que encntraba yo al percance, pero años después comentándolo, nos hemos reido de lo lindo. Ya me van quedando sola todos aquellos amigos y familiares que me acompañaban, yo también, no se cuando me marcharé, pero quiero quedar para mis hijos y nietos esros recuerdos. Y se terminó el rollo., aunque os amenazo con alguna que otra anécdota que recuerde. Gracias
La otra anécdota que os quiero contar (de momento), me ocurrió a mi. Sin saber como ni cuando, empecé a ponerme roja a hincharseme la cara y a llenarme de ronchas. Debió de ser alguna flor de las que recogía para adornar mi "pamela", pues nadie mas se intoxicó. Entonces no había ni ambulancias ni puestos de socorro, ni cosa ninguna (por eso y por otras cosas mas, os decía que como habían cambiado los tiempos) Así que mi madre me hizo ingerir varias cucharadas de aceite para contrarrestar la intoxicación o para que devolviera si algo me había sentado mal. Luego un vaso de leche que tambien el calcio que contiene era un buen remedio, luego no se de donde salió bicarbonato, que también tuve que tragarme. Pues con aquel "cacao maravillao", mi estómago se enfadó muchísimo... La intoxicación fué cediendo, pero me entró un apretón.... Como todo estaba rodeado de gente, había que buscar sitio para el "desembarco". Saltamos la pared de una finca, que aunque no tendría mas de sesenta centímetros... pues con el esfuerzo, me fuí un poco de vareta, luego las mujeres, me hicieron una especie de biombo humano (puestas de espaldas, claro) y allí, me desahogué con gran concierto de música de viento, tan maloliente que todas tuvieron que taparse la nariz. Luego bajamos hasta el arroyo cercano (otro corrillo) y mi madre y yo en medio, aseándome. Las bragas, las lavó como pudo, y luego las puso a secar en unas retamas cerca de la lumbre. Vamos que mis braguitas se lucieron de lo lindo. Yo como entonces éramos muy pacatas, sentadita sujetando mi falda no viniera algún aire y me la levantar ¡que peligro¡ Pero yo que he sido siempre muy inquieta y me empeñé en ponerme las bragas sin terminar de secarse, y aquí la cosa cambió mi postura, pues no podía sentarme no traspasara la humedad la falda y pareciera que me había hech0 pis encima. Entonces, maldita la gracia que encntraba yo al percance, pero años después comentándolo, nos hemos reido de lo lindo. Ya me van quedando sola todos aquellos amigos y familiares que me acompañaban, yo también, no se cuando me marcharé, pero quiero quedar para mis hijos y nietos esros recuerdos. Y se terminó el rollo., aunque os amenazo con alguna que otra anécdota que recuerde. Gracias
lunes, 4 de abril de 2016
COMO CAMBIA LA VIDA Y NOSOTROS CON ELLA (III)
Hay que decir en honor a don Miguel, que a partir del segundo año de nuestro encuentro en el Puerto, venía siempre con un gran hornazo, que es una especie de pan, relleno de chorizo, jamón, huevos cocidos y lo que quieras meter, no hay reglas, Luego se cubre todo aquello, con otra capa de masa encima, se cuece en el horno (bueno me olvidé decir que la masa no es como el pan, lleva muchas especias y huevo) A mis padres por ser algo típico de Béjar, o mas bien de Castilla, les gustaba mucho, y a nosotros, no digamos.
Tras la comida, hacíamos la fiesta, allí todo el mundo cantaba y bailaba, yo sobre todo que siempre fuí muy animada y como el tonto de todas las fiestas, así que había risas y aklegrias en la comunidad. Cantaba hasta mi padre, que lo hacía tan mal, que nos desentonaba a los demás. Pero tenía cierta gracia, pues el mismo se reía de lo mal que cantaba . Esto duraba hasta la hora de la Procesión. Antes de entrar la Virgen en la ermita, se hacen pujas a ver quien la entra, Tras la primera puja que es para tomar las andas (el que mas sube en dinero elige quien le acompaña a meter la Virgen a la ermita) Luego llega la segunda puja para subir en brazos la Virgen hasta el camarín y dejarla colocadita hasta el año siguiente. Esta suele subir mas pues debe de ser muy emocionante tener entre tus manos por un ratito a la Patrona. Al final , venía la merienda. Salían a relucir las tortillas maravillosas que hacía mi madrecita, y las joyas de la matanza, chorizos, salchichones y un lomo, que era el colofón del banquete. En mi casa siempre se guardaban de la matanza dos lomos, uno para el día del Puerto y otro para la fiesta de la Virgen del Castañar en Béjar, a la que no faltábamos nunca, ya que a mi padre le gustaba sacarla en Procesión de la ermita. Me parece que ya termino o debo terminar de daros la vara, con lo mismo que titulé mis escritos ¡COMO HAN CAMBIADO LOS TIEMPOS Y NOSOTROS CON ELLOS¡ Aparentemente todo es igual, aparentemente. Ahora con los coches, no hay problema de cargas, se suben mesas , sillas, y todo en plan "finolis" no en romería como nosotros, que era muy bonito aquel camino lleno de gente que parecía cuando se veía desde lo alto de la carretera, como una hilera de "hormiguitas" con su cargamento. Nosotros, íbamos, (como diría Martirio), arreglaos, pero informal, ahora no, ahora va la gente tan peripuesta y elegante. En lo que se refiere a la Misa, fiesta y Procesión de la Virgen, todo sigue igual. Los tiempos cambiaron, y nosotros..... la mayor parte se fueron a mejor vida, y quedamos ya muy pocos. Yo voy a hacer 87 años, y ahora nos subo al Puerto si no me lleva alguno de mis hijos en coche, pero hace años que no en el día la fiesta. Os dejo con los recuerdos que tan feliz (o triste, según se mire) me hacen. Gracias por leer mis recuerdos entrañables
domingo, 3 de abril de 2016
COMO CAMBIA LA VIDA Y NOSOTROS CON ELLA (II)
Pues de nuevo nos vamos a la romeria de la Virgen del Puerto y mis recuerdos. La víspera había que meter todo lo necesario en los cestos. Con una lista en la mano, mi padre iba metiendo las cosas necesarias para que nada se olvidase. Sal, pan, café, azúcar, jabón, estropajo, periódicos para encender la lumbre etc. Lo que se iba metiendo en los cestos, se iba tachando. Nosotros éramos cinco, mis padres, mis dos hermanos y yo, pero el día del Puerto, se aumentaba la familia. La hermana de mi madre. venía de Béjar todos los años, coin por lo menos dos de los hijos, vamos sumando, Juanito Armero el mejor amigo de mi hermano Berna y al que en casa queríamos como a uno mas de la familia y no había acontecimiento en el que no estuviera, mi amiga Carmen, ya habíamos doblado la familia, lo cual era un alivio para subir la carga hasta el Puerto. Bien tempranito, se ponía en marcha la comitiva. Plasencia entonces era la mitad que ahora. El Parque y las Hermanitas de los Pobres que quedaba a la derecha, era el fin de lo edificado y principio del camino del Puerto. Digo camino, no carretera, por que era de tierra, no estaba asfaltada, (eso se hizo después.) Cuando llegásbamos al Cancho de las Tres Cruces, (que fué donde se le apareció la Virgen al pastor), dábamos un respiro, ya solo nos faltaba algo mas de un kilómetro de la enpinada cuesta. LLegábamos al Puerto. lo primero que hacíamos era ir a saludar a la Virgen, dos turnos, uno que quedaba con los trastos y otro que hacía la visita y luego le tocaba al segundo turno. A buscar el "rancho" o sitio donde pasar el día. Nosotros nos íbamos un poco mas arriba de la ermita. Era un sitio precioso. Bueno las vistas desde el Puerto son maravillosas, se ve el río y todo el valle, la Sierra de Santa Bárbara.... vamos que el sitio que eligió la Virgen para asentarse entre nosotros no tiene desperdicio. Lindando con la pared de la huerta de los frailes, había un gran cuadro de terreno, como era de canchos y piedras y no se podía aprovechar para nada, quedaba libre entre la huerta de los frailes y la pared de la otra finca, a derecha e izquierda, enfrente según entrábamos hay una mole de canchos que servía como de pared para resguardarnos del aire que venía del rio y la sierra. Nosotros, solíamos ser los primeros, ya que mi padre era un "cagaprisas" y nos movilizaba casi al amanecer. Luego llegaba la familia Berrocoso, y mas tarde Julia la carnicera con unas cuantas sobrinas, creo que al marido le apodaban Cascarilla, aí que la conocíamos por ese mote como apellido. Parecía que teníamos alquilado el sitio las tres familias. Luego para ir a Misa, tambien se hacía en turnos. Se solían quedar los padres para preparar la "cocina. Con unas piedras se formaba una especie de barbacoa y allí se cocía luego la comida. ¿Instalados?, pues a buscar leña. La mañana se pasaba rápida. Llegaba la hora de comer... pues siempre teníamos huéspedes no invitados al banquete. Dos de los "pegotes", eran fijos. Iban muy atentos a saludarnos, si, si. Mi padre que estaba encantado cuando tenía mucha gente alrededor los invitaba a comer. Se sentaban , a la primera, no sea que no hubiera segunda invitación. Luego llegaba el cura de Oliva de Plasencia, don Miguel, que era de Béjar y amigo de mi padre. Venían en burro, el y una o dos sobrinas. Debía tener muchas pues cada año eran distintas. Esos tres venía pertrechados de platos y cubiertos. Ya no se cuantos éramos a la manta, pues no existía mesa. Como había muy buena armonía, nos juntábamos y hacíamos "manta redonda". Y ya me pasé de nuevo, así que hasta mañanita si sois capaces de aguantarme
sábado, 2 de abril de 2016
COMO CAMBIA LA VIDA Y CON ELLA NOSOTROS
Esramos en vísperas de la fiesta de la Virgen del Puerto, la Patrona de Plasencia. Comienza la Novena para terminar al siguiente domingo a la fiesta. Hasta aquí casi todo igual. Hace ya muchos años se hace tal dia como hoy la ofrenda de flores a la Virgen, en el atrio. Como hay varios cuadros de cerámica (preciosos por cierto) conmemorando distintas efemérides, como la Coronación de la Virgen en 1952, el XXV aniversario de la Coronación y el cincuentenario, pues se coloca una especie de enrejado y se van poniendo los miles de ramos que los placentinso llevan a su Virgen, convirtiendo los muros en un bello jardín. Pero yo lo que quería hablaros es de esos recuerdos entrañables que viví en compañía de mis padres y hermanos, hace ya muchos años. Como entonces no había apenas coches pues teníamos que recorrer los cinco kilómetros que hay hasta llegar a la ermita, en el coche de San Fernando. Un ratito a pié y otro andando. Las chicas en esta anterior semana, nos pertrechábamos de alpargatas blancas que adornábamos con cintas rojas y las mas "apañás" hasta les bordábamos unas flores de colores para quedarlas mas bonitas, Un gran sombrero de paja (que nosotras ostentosamente llamábamos pamela) que tambien llenábamos de madroños y lazos de colores. Los chicos se compraban los sombreros de paja o gorrillas de visera, Mi hermano Berna, nunca se proveyó de estos menesteres, pero no se como se las arreglaba para encontrar que ponerse en la cabeza. Mi madre, dias antes iba preparando en un cesto y una banasta, los pertrechos para el dia de campo. Platos de alumnio, cubiertos, vasos o jarrillos que los hojalateros callejeros nos fabricaban con arte de los botes de conserva. Los remachaban bien para que no nos dañáramos al beber, le hacían con latón un asa, y quedaban de rechupete.Una manta de tiras de trapo, que nos servía de mesa, el mantel y las servilletas, que no eran tales, si no paños de cocina que luego servían para limpiar la loza que fregábamos en los arroyos. Los cachárros de hacer la comida, el puchero del café (ese no podía faltar). La víspera se metían los ingredientes para hacer la comida campera. Un calderillo que lo mismo nos servía para hacer la paella, que el CALDERILLO BEJARANO (mis padres eran de Béjar) y mi padre era un especialista en este plato. Es un guisado de carne con patatas y guisantes, pero hay que darle un toque especial. Tortillas, filetes empanados, naranjas, una garrafa con el vino, en fin un comboy en toda regla que teníamos que trasportar nosotros. Los afortunados hortelanos, solían tener carros y burros o mulos donde meter el cargamento, pero los que carecíamos de tales "lujos", íbamos subiendo la cuesta cargados hasta los topes, cada uno según sus posibilidades ¡Que camino mas largo y con que ilusión lo hacíamos, un descansito tras otro¡ Mañana sigo con mis recuerdos, que hoy ya me alargué bastante
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