sábado, 16 de mayo de 2015

MI VIAJE DE FIN DE CURSO (II)

El guardia dando grandes voces corría tras de mi, le sigu8ieron unos cuantos compañeros, luego unos cuantos moros con chuilkaba y babuchas que pasaban por allí, un montón de mujeres, luego niños, niñas, perros, gatos, pollos, gallinas, y algunos ratones despistados que se unieron al acontecimiento, todos dando gran escándalo, corriendo tras de mi formando una extraña "procesión". Corríamos por unas callejuelas sucias y estrechas. Al final de una de ellas, vi una gran mansión con la puerta abierta,(esa era la mía). Entré. Cerré con brio la puerta, intentando tomar aliento al verme momentáneamente libre, pero si, si. Apareció un gran mocetón, que me cogió del brazo y me obligó a subir una alfombrada escalera. Me condujo a un gran salón, donde estaba como en un trono sentado, un moro ricamente vestido y enjoyado, Debió preguntarme que me pasaba, pero yo solo le entendía " jamala jamala ja".De todas formas, con mímica, yo intenté explicar el origen de mis males. Parece ser que la hospitalidad árabe funcionaba conmigo (eso creí) Me pusieron una chilaba limpia, unas babuchas puntiagudas, y me vi, sentada en el suelo con las piernas crtuzadas, a una prudente distancia de una mesa llena de ricos manjares que me hicieron la boca agua. A una palmada empezó el festín. Primero comieron los hombres, cuando se hartaron, le llegó el turno a las mujeres, luego a los niños, las niñas, los criados y las criadas, a estas pobres, solo les llegaron los huesos mondos y lirondos que habían dejado y que ellas echaron a los perros. A mi, ni migas me llegaron. Lloré y supliqué que tenía hambre. Uno de los primeros comensales que hablaba un poco español, me dijo, que así debía de ser hasta que muriera de hambre viendo comer. Humildemente supliqué que me dejaran tirarme al mar, que no sabía nadar, me ahogaría y de esta forma terminarían mis penurias, Accedieron, no sin antes advetirme que no me tirase de cabeza que el fondo estaba solo a diez huevos (extraña medida) Yo no me lo pensé dos veces y me tiré de cabeza.
¡Jesús que golpe¡ El autobús había dado un frenazo, y mi cabeza había impactado contra el asiento de delante, y desperté de la  siesta de la mala digestión de una buena comida. Todo, gracias a Dios había sido un mal sueño. Pero de reglarme cruceros, nada de nada, por si acaso.

Luego terminé con unas coplillas con una letra mía y la música del conocido ¡aupa¡ que todos corearon. LA ASBUELA NO HACE CALCETA/ VOY A LA UNIVERSIDAD/ ME ECHO AL BRAZO LA CARPETA ¡AUPA¡/ Y DIGO VOY A ESTUDIAR. Y AHORA ME LARGO CANTANDO/ POR QUE LA GANA ME DA/ PERO ANTES VOY GRITANDO¡AUPA¡VIVA LA UNIVERSIDAD

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