lunes, 2 de junio de 2014

LA HERMANITA ALINA (III)

Como os decía ayer, la hermanita Alina, no se resignaba a que sus ancianitos tuvieran "el cocido en el alero", por lo que "inventó" un pacto con las casas ricas, Cada año se comprometerían a darle "algo" si podía ser todos los años lo mismo. Ella lo escribía en su libretita y se encargaba de recordarselo (de la manera que ella lo hacía) a sus amigos colaboradores, Un señor se comprometió a darle cada año seis cerdos para la matanza, otro tres sacos de garbanzos...etc. Bueno algo había seguro, pero no suficiente pues los ancianitos eran numerosos y los haberes escasos. Una anécdota hermosa fué el "atrevimiento incontrolado" que tuvo un dia. Os cuento. Entonces había en el cuartel una guarnición de soldados bastante numerosa. Hacían la instrucción los quintos en el Parque, nosotros los veíamos desde la carretera y nos reíamos cuando marcaban mal el paso y el sargento echaba pestes sobre ellos. Luego hacían allí mismo las juras de Bandera. Ponían un gran tablado desde donde presidian los mandos la ceremonia de jura y el desfile. A mi siempre me encantaron las paradas militares, así que pocas veces perdía la Jura de Bandera. Pues en  uno de esos acontecimientos, tuvo a bien pasar por allí la hermanita Alina. Se le ocurrió una idea. La idea, estupenda, el sitio y la ocasión malísimos ¿créis que arredró esto a nuestra valerosa "pedidora"? ¡Claro que no¡ Miró detenidamente a la tarima donde estaba la presidencia y pensó. Si hay que pedir y poder sacar algo, habrá que dirigirse al mas rico. Prestó atención a las charreteras de los uniformes y al que vió con mas medallas, encaminó sus pasos. Subió los tres o cuatro escalones y se puso detrás del que había "fichado" que era nada mas y nada menos que un Capitán General. Le tiró por detrás de la guerrera. El militar, firme, no le prestó ningúna atenciuón. Era de aquellos militares, recios, aunque de buen corazón como luego demostró. Como no se había movido, la hermanita volvió a tirar con insistencia de la guerrera. Sin mirar siquiera para atrás y con mal humor la dijo: Hermana ¿no ve que estoy ocupado? Ella le dijo (y como se lo diría) : Una limosnita para mis ancianitos. Los apuros del militar fueron enormes, en su flamante uniforme no tenía ni una peseta, pero le dijo a su ayudante. Inmediatamente hazte con quinientas pesetas como sea y dáselas a la hermanita. (Qinientas pesetas de los años 50, eran una verdadera fortuna) además le pidió permiso para darle un beso en la frente por su gesto de valor y caridad.  Cuando comenzaron a salir al mercado las lavadoras, ella ya muy mayor y medio ciega del único ojo que consevaba, quería a toda costa conseguir una para ayudar a sus monjitas en los ingentes montones de ropa. como ya no podía salir, era mas difícil conseguirlo. Pero en vista de que su vida iba terminando, el Ayuntamiento, el Ejército, la Judicatura, la Guardia Civil, todos de acuerdo quisieron hacerle un homenaje. Organizaron una novillada, para la que los Hermanos Cembrano regalaron toros y uno de ellos que era rejoneador actuó junto con otros mas, (lástima no me acuerdo de los nombres) Se llenó la Plaza de toros y de este modo se pudo comprar la ansiada lavadora y tener alguna pesetilla mas. Murió a los 98 años, llorando, no por que se moría, si no por que don Juan Delgado le había prometido que cuando cumpliera los 100 años, la reglaría 100 mil pesetas. Bueno, podría contaros muchas mas cosas de esta catalana-placentina, pero ya os haréis idea de su personalidad y de su habilidad petitoria, de forma que aquí en Plasencia cuando alguien es muy pidón decimos: PIDES MAS QUE LA HERMANITA ALINA. Está enterrada en el Asilo. Los funerales se le hicieron en la Catedral y en la lápida que cubre su tumba pone simplemente: S.R.Aline Michel 15-5.1878 - 4-11-1975.

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