domingo, 8 de junio de 2014

BEATA ANDREA CALLE GONZALEZ

Esta placentina, Andre Calle González, ha sido beatificada este año junto con otros cuatro sacerdotes de la Diócesis Placentina, uno de ellos natural de Plasencia. He de confesar que cuando vi los anuncios de las beatificaciones a la puerta de la Catedral, no tenía ni idea de su existencia, os diré solo lo que he podido recabar, que no es mucho. Creo que viven sobrinos directos de esta beata, pero no he dado con ellos. Comienzo. ANDREA CALLE GONZALEZ nace en Plasencia el dia 27 de Febrero de 1904. De una familia normal y trabajadora. Fué siempre muy  alegre, dicen que las penas y ella no se llevaban bien, que la gustaba reir y alegrar a los que tenía a su alrededor. En 1930 ingresó en las Hijas de la Caridad. Recorrió varios hospitales, especialmente spiquiátricos, donde repartia su alegría con los enfermos y las hermanas. Cuando comenzó nuestra guerra "incivil", fué apresada y sometida a toda clase de humillaciones y burlas por los comunistas, que al fin la fusilaron en Madrid el 3 de Septiembre de 1936. Su delito, ser religiosa y católica. Por fin tenemos una paisana en los altares, aunque yo tengo la espinita de que nadie se haya preocupado de poner en los altares a Maria de Rozas. Yo he querido quedar constancia de estas placentinas que con  todo merecimiento quedaron en la historia, pero hay muchas mas que no figuran en letras de molde. Os contaré alguna cosilla sobre dos mujeres que yo conocía, que por ser comunistas sus maridos, y por tanto perseguidos a muerte los años de la guerra, tuvieron el arresto y la valentía de tener escondidos en casa hasta que se restableció la paz y una de ellas acompañó a su marido a entregarse a las autoridades. No voy a mencionar sus nombres, pues nadie me ha autorizado a hacerlo y aún vive una hija que fué compañera de escuela. Dicen que lo tuvo emparedado, la registraron varias veces la casa y no dieron con él, es mas, su hija no sabía nada de su padre por temor a que se le escapara sin querer alguna información. Vendía verduras en la plaza del mercado y era una gran moza y muy guapa. Otra que también ocultó a su marido, tuvo un calvario con las malas lenguas del vecindario. Cuando la guerra, no se por que motivo, cuando el cuartel estaba saturado, nos mandaban a las casas normales un "asilado" a nosotros nos tocó un alemán, que era tan grande que a mi me daba como miedo mirarle, no hablaba español y nosotros no entendíamos aleman, pero lo que el entendía muy bien eran las comidas que mi madre le hacía y el devoraba, sin importarle un pepino si nosotros comíamos o no, si teníamos cama o teníamos que dormir juntos.(Eran pocos los dias que los asilábamos, luego se iban al frente y todos contentos con su marcha) Cuento esto, por que a esta señora le tocó por lo visto un simpático italiano. Pues un buen día la notaron que estaba embarazada. Pues para que quiso mas dias de fiesta que los domingos. Le adjudicaron el hijo al italiano. La señora calló con el calvario que la hicieron pasar, y cuando todo acabó, se enteró toda Plasencia de que el niño que nació, era hijo de su marido al que tuvo mas de tres años encerrado, no se donde, pero dentro de casa. De  estas mujeres que no tuvieron la importancia de estar en los libros de historia, pero tuvieron la suya llena de sobresaltos y sobre todo de amor a sus maridos, me ha parecido bien hablaros de ellas hoy. Gracias por leerme

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