jueves, 6 de octubre de 2016

BODAS DE PLATA DE ANTONIO Y MERCHE (II)

Vuelta al autobús. En "casa" nos pusimos muy elegantes para ir a comer a Avila. Merche estaba espectacular con un vestido precioso, ella tiene un gran tipo y luce todo maravillosamente, pero todos los hombres bien trajeados y encorbatados y las señoras a ver quien estaba mas guapa. Todos, estábamos guapos y elegantes. El banquete se celebró en el restaurante TOIXOS de Avila. Y aquí viene lo bueno. Yo he comido (no muchas veces) en restaurantes de cuatro estrellas y en algún Parador de Turismo, y estupendo, pero nada tiene que ver con lo que os voy a contar y si tenéis la suerte de visitar Avila y el bolsillo va regular no dejéis de visitar el TOIXOS. Ahora os explico el por qué. De entrada, teníamos unos botellines de cerveza del año 1906, vamos de hace 110 años. Algo inigualable, yo no sabía que la cerveza podía conservarse tanto tiempo- Nos advirtió el metre, que no comiéramos  hasta que el nos explicase lo que íbamos a ingerir. De primer plato: Café, copa y puro.¡ A ver como comes aquello¡. El señor nos explicó que lo que parecía café, era una especie de crema casi helada, que el contenido de la cucharilla, no era azúcar, sino bacalao para mezclar. El puro era un puré de judias del Barco de Avila envuelto en una pasta crujiente, y la copa era un néctar de frutas. Nada era lo que parecía, pero exquisito. Segundo plato, se nos dijo que era un bocadillo de calamares. Los calamares estaban semienterrados en una salsa, el pan no le vi por parte alguna, debía estar en la salsa.Tercer plato: Arroz negro con mahonesa. Pues tampoco era lo que parecía, y así hasta siete platos, que estábamos todos alucinados, no solo la presentación (que era de cine) si no que íbamos de exquisitez, en exquisitez. Luego la tarta, que parece que era lo único que era cierto lo que veíamos. Luego el brindis con el cava, y la entrega de regalitos igual para los señores que para las señoras. no voy a contaros el contenido pues ya me voy alargando bastante. Al final, salió el cocinero y dueño del restaurante (un artista de la restauración) un joven de 25 años. Nos pusimos en pie para aplaudirle. Se lo merecía por la elaboración y presentación. Traía un bol en la mano y una cuchara. En el bol, había una especie de carameloss blancos, que él nos iba dando a cada uno con la cuchara para que nos lo metiéramos directamente a la boca. Y como todo inesperado. Nadie supo que era, pero riquísimo y divertido. Al cerrar la boca, comenzaba a salir humo por boca y nariz, ante la risa de todos. Por lo visto el tal "caramelito" se llama el DRAGÓN. Bien comidos y comentando el banquete, nos fuimos al tren turístico a recorrer Avila, y luego de nuevo al autobús... y a "casa". Y creí que iba a terminar hoy, pero falta la fiesta que les teníamos preparada a los "novios", que merece capítulo aparte, así que hasta mañana

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