Aunque ha pasado a la historia como san Antonio de Padua (que es donde está enterrado) en realidad, nació en Lisboa, en una familia acomodada, Sus padres fieles cristianos le enseñaron las buenas costumbres y la oración desde su mas tierna infancia. Tal era el grado de virtudes de las que le dotó el Señor, que desde pequeño hizo grandes milagros, por eso es llamado también el Santo de los Milagros. Hoy solo quiero contaros algunos de los que tengo en un libro de mi abuela, con bastantes mas años que yo, Entró muy joven en el convento de los Agustinos, aunque no encontraba la paz que había soñado. Quería dedicarse a la oración y prepararse para ser Mártin de Cristo, por lo que sus deseos era ir a Africa a convertir a cuantos moros pudiera. Este deseo se le acrecentó al ver a los cinco franciscanos que poco tiempo antes había despedido, sanos y salvos, regresar decapitados. Por su sabiduría iban a pedir consejo toda clase de personas, por lo que no le dejaban dedicarse a la vida contemplativa. Así que tomó la irrevocable decisión de cambiar los hábitos de Agustino por los de Franciscano, y embarcar a predicar a Afrrica. Sin embargo los deseos del Señor para él eran otros, y un gran temporal desvió su embarcación hasta Italia. Ya conocemos por la canción de los pajaritos uno de sus primeros milagros. Al llegar a Italia las costumbres no eran muy buenas, y se puso a predicar la palabra divina por calles y plazas. Apenado por el poco éxito de su misión se marchó a la playa y comenzó a predicar, al momento vinieron peces de todos los tamaños a escucharle, muy bien colocados los pequeños primero y se fueron colocando después por tamaños. Al ver tan gran milagro, acudieron los italianos y de rodillas pidieron perdón a Dios y muchos cambiaron su modo de vida por otra mas virtuosa. Cuenta el libro, que una vez cansado de predicar y caminar, pidió por amor de Dios que le dieran algo de cenar. El posadero, hombre ateo hasta las cachas. se frotó las manos pensando hacerle una mala faena al frailecillo. Tenía un sapo venenoso y lo guisó con la peor de las intenciones. San Antonio, humildemente bendijo la cena, y ¡oh milagro¡ se convirtió en una anguila, y se conirtieron el posadero, su familia y todos cuantos observaron el milagro. En otra ocasión un jóven díscolo, discutió con su padre y le dió un puntapie.El Santo le regaño diciendo que tal pie, merecia ser cortado. Indiscreto y arrepentido con un hacha se cortó. el pie. Corrieron a decírselo al Santo que encontró al jover casi desangrado. Elevó los ojos al Cielo, cogió el pie y se lo devolvió a su sitio, quedando solo la cicatriz como testigo de lo ocurrido, Otros muchos podría contaros, pero no quiero hacerme pesada, solo hacer un pequeño homenaje a mi querido San Antonio
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