No prensé seguir contándoos cosas del libro de mi abuela sobre la vida de San Antonio de Padua, pero es tan hermosa y milagrosa su vida, que hoy me decido a contaros alguno de sus milagros. Predicaba el Santo en una plaza llena de fervorosos fieles que le escuchaban con recogimiento, del milagro del pan consagrado y hecho Carne de Cristo en la santa Hostia, cuando la voz de un judio grito: Yo creeré eso que tu predicas, si mi mula se arrodilla ante la Custodia. El Santo, aceptó el reto. Quedaron para tres dias despues, y el jumento no comería ni bebería en esos dias. Entrarían el judio y su mula por una parte de la Plaza y por la de enfrente San Antonio con su Custodia. Gran espectación. La mula, despreció el agua y la comida que solícito su amo le ponía delantte, y fué al encuentro del Santo, se arrodilló y veneró la Santa Hostia. Ante tal milagro, hubo muchas conversiones y bautizos. En otra ocasión coincidió el Santo con un extraño juicio. Un marido llevó ante el juez para que fuera castigada su mujer, pues aseguraba que el niño recién nacido, no era suyo. Se adelantó el Santo, cogio al niño, oró con los ojos fijos en el cielo, y le preguntó al recién nacido que dijese quien era su padre. y el bebé, volviéndose a donde se encontraba su padre, dijo alto y claro, Este es mi verdadero padre. Cuentan que había un usurero sin corazón que había hecho una gran fortuna a costa de arrruinar a todo el que tenía necesidad de pedirle algún préstamo: Murió y no eran capaces de enterrarle, entonces el Santo, inspirado por Dios pidió le mostrasen la caja fuerte donde guardaba su dinero. La abrieron, y allí se encontraba el corazón junto a su fortuna. Os contaré la mas impactante a mi parecer. Estaba San Antonio predicando en Roma cuando tuvo la revelación del Cielo que su padre iba a ser ahorcado por haber matado un hombre. El Santo que conocía bien las virtudes de su padre, se encomendó al Señor mentalmente para que le ayudara en aquel trance, sin dejar el sermón. Dios le concedió que quedase en Roma el cuerpo en el púlpito predicando y en espíritú se trasladase a Lisboa a defender a su padre. Era cierto que habían encontrado un hombre muerto en el huerto familiar, con todas las puertas cerradas, así que culparon al padre del Santo. En medio de la sala de juicios, San Antonio preguntó en alta voz al muerto, señalando a su padre: Este hombre ha sido quien te ha dado muerte. Milagrosamente el muerto lo negó. El juez le pidió al Santo que le preguntara quien había sido el autor, pero el dijo, que eso tenían que averiguarlo la justicia que el solo quería que el nombre de su padre quedara limpio. Tantos milagros hizo en vida y despues de morir el Bendito San Antonio que era canonizado en menos de un año
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