jueves, 7 de enero de 2016

LOS CUATRO REYES MAGOS (III)

Una noche, dejó de brillar la estrella que Absalán venía siguiendo.  Le invadio gran tristeza. Había perdido la oportunidad de ver al Niño Mesías por tantas paradas. Pero lo extraño es que ni estaba dolorido ni pesaroso por su comportamiento. Tomó la firme decisión de despedir sus pajes, le entregaría  sus camellos y un dinero a cada uno para que volvieran a sus casas. El seguiría hasta Jerusalén de donde había oido hablar se encontraba el mas grande y bello templo que nadie pudiera imaginar. Y dicho y hecho. Seguiría solo. Pero no fué así, su fiel paje Yusuf, se negó a marchar y firmemente decidió que el le acompañaría a donde fuera. Marcharon los dos camino de Jerusalén. La bolsa del dinero había bajado notablemente, así que los dos compañeros cada vez gastaban menos y eran mas modesstas sus comidas y alojamiento. Pero llegando a Jerusalén, el dinero, se terminó. ¿Cómo cenarían y dormirian aquella noche? El espabilado Yusuf, hizo un trato con el posadero. Le entregaría sus ricos ropajes a cambio de una modesta túnica, una cena y cuarto donde pasar la noche. A la mañana siguiente se encaminaron a ver el templo. La palabra que salió de los labios de Absalán, fué GRANDIOSO. Visitaron la ciudad, el hambre se hacía notar en sus estómagos, pero aguantaron el ayuno. Durmieron en el banco de un parque solitario. A la mañana siguiente no era mejor la situación y volvieron a intentar a pesar de que Yusuf se negaba a que su señor se despojara de sus ricas vestiduras. Pero no hubo mas remedio. Hicieron trato con un  posadero de que a cambio de las ricas ropas de Absalán (que quedarian en prenda hasta que les llegase un envio de dinero que esperaban) serían alimentados y tendrían un techo bajo el que dormir. Como lo mismo el manto que la túnica eran de brocado de seda y oro de primera calidad, el posadero accedió, pero pasados unos dias los puso sin contemplaciones en la calle. Yusuf pedía por las calles para que su amo no pasara hambre, pero la caridad no era moneda corriente y menos para forasteros. El fiel paje, robó algunas frutas que comían con gran apetito. Un día fué visto por el dueño del huerto que la emprendió a pedradas corriendo tras él. Pero era mucho mas joven y veloz que el hortelano y pronto le perdió de vista. Absalán no le gustaba tomar nada ajeno e incluso regañaba a su paje cuando llegaba con algo entre las manos. Así el hambre fué apoderándose de ellos. Yusuf, salió a ver que podía encontrar para llevarse a la boca. Absalán tuvo la desgracia de pasar junto a una ventana donde había un gran plato repleto de comida, puesto allí seguramente para que se enfriara. Ni lo pensó, se puso con gran contento a comer, pero fué visto por el dueño de la casa, que con grandes voces alertó a los vecinos y pillaron al ladrón, que fué a dar con sus huesos a la cárcel. Yusuf contemplaba la escena desde lejos. Algo tenía que hacer para conseguir dinero para sacar a su señor de la cárcel. Era batante hábil en varios oficios. Pasó por una tienda donde se fabricaban joyas para las damas acaudaldas, pidió trabajo y tras probar sus habilidades se lo concedieron y a los pocos dias como el estilo de joyas era distinto y muy bonito, le subieron en el sueldo y le dieron cobijo. Preguntando, se enteró donde habían llevado al infeliz Absalán. Con algunos denarios, engolosinó al carcelero y le dejaba pasar a ver a su señor, y así por lo menos una vez a la semana, podía verle y llevarle alguna cosilla. Absalán, sufría mucho, mas que por su mala situación, por la de los encarcelados que había encadenados, muriendo de hambre y sed, y empezó a compartir lo poco que tenía con ellos, Luego Yusuf, le llevaba algo de aceite y vino y los curaba las heridas. Era como una luz en la oscuridad. Pasaron así unos treinta años, cuando le pusieron en libertad. Los dos amigos se abrazaron felices de encontrarse libres aunque ya algo viejos. Corría la gente dando grandes gritos a ver una especie de procesión nada agradable a los ojos de nuestros dos hombres. Llevaban a tres hombres al Gólgota a crucificarlos. Dos iban renegando de su suerte y el mas resignado, que daba lástima verle pues apenas se tenía en pie por las torturas a las que había sido sometido, y una corona de espinas que punzaba su cabeza debía causarle grandes dolores. Preguntaron quien era y un descarado jovenzuelo con grandes risotadas les dijo: _Decía que era el Mesías, el rey de los judios y ver en lo que le ha convertido su locura. Siguieron la comitiva compadeciendo a los tres deesgraciados. A una prudente distancia vieron la crucifisión. ¿Por que Absalán no podía quitar los ojos de aquel despojo de hombre? ¿Que le atraía de aquel modo? ¿Su mirada que le penetró el corazón? Contempló aterrado los últimos momentos de la vida de aquel hombre. Cuando murió, la tarde se volvió noche cerrada. Todo se oscureció y la tierra comenzó a temblar, las rocas corrían ladera abajo del monte. Una se le vino encima y le quedó apresadas las piernas. Se había perdido de su fiel Yusuf y no tenía quien le ayudara pues todos corrian despavoridos. Entonces, la piedra sola se levantó dejándole libres e ilesas las piernas, a la vez que oyó en su interior que aquel hombre le decía: YO SOY AQUEL NIÑO MESIAS QUE TU VENIAS A OFRECER RICOS DONES. TUVISTE CARIDAD CON TUS SEMEJANTES Y NO PUDISTE LLEGAR A TIEMPO DE VERME, PERO YO TE HE MANTENIDO CON VIDA PARA QUE PUDIERAS CONOCERME. MUERO PARA LA SALVACIÓN DE LOS HOMBRES. No sabe si soñó Absalán todo aquello, pero una gran luz iluminó aquel rostro.... era tan hermoso y brillante como el sol, de forma que no pudo soportar su resplandor, cerró los ojos y toda visión terminó. Y de este modo al final dee sus dias pudo ver al Mesías. Esta es la hisstoria del cuarto Rey Mago

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