domingo, 8 de marzo de 2015

TOMAS Y SUS DUDAS

TOMÁS U SUS DUDAS
Entre los Apóstoles
hay uno, mi preferido,
que no es el impúlsivo Pedro,
ni Lucas, Marcos o Mateo,
ni siquiera Juan, el discúpulo
amante y amado del Señor.
Es Tomás, el incrédulo Tomás,
que dudó de sus hermanos
que a coro le decían, le juraban,
que vieron al Maestro Resucitado.
¿Y por que mis simpatías?
Por que su incredulidad
nos hizo ser más crédulos,
creer, tener la certeza
del milagro de la Resurrección,
nunca bien comprendido y admirado.
Si no meto mis dedos en sus manos,
si no meto la mano en su costado...
Son sus palabras cual mazazo.
No quiere ser el borego,
ni seguir del pastor los dictados.
Quiere seguridad en sus creencias.
Quiere dejar constancia del milagro.
Y el Señor, le regaña con cariño,
nunca enojado ni enfadado:
Tomás, Tomás, no seas incrédulo
si no fiel, Dame tus dedos
y ahonda en los huecos de los clavos,
y trae tu mano y métela
en la llaga del costado.
Y fortalecido en su fé
y de rodillas hincado,
le dice al dulce Maestro:
¡Señor mío y Dios mío¡
Gracias Tomás. Tu testimonio
despeja las dudas del Milagro.
y con tus dudas, las mías,
por completo has despejado

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