martes, 2 de septiembre de 2014

EL PALACIO CARVAJAl GIIRON Y MIS RECUERDOS

En algún rincón escondido de mi cabeza, estaban perdidos estos recuerdos que han aflorado ahora al ver el otro día en facebook una foto del Palacio Carvajal Girón, ahora convertido en lujoso hotel, sito, en lo que en mi infancia  se llamaba Plazuela Leal, hoy Plaza de Ansano, a pocos metros de la Plaza, vamos en el corazón de Plasencia.
Lo que os cuento, es autobiográfico, y un poco obra de mi calenturienta imaginación. Yo estaba segura que cada palacio tenía sus leyendas y fantasmas. Me crié, en el número 24 de la calle Zapatería, a unos metros del Palacio Carvajal Girón. Tiene este edificio una bella fachada de piedra almohadillada y una airosa portada también de piedra con grandes portones con llamadores redondos sujetos por leones. En las esqunas unos grandes escudos con las armas de los Carvajales, rematados en airosos cascos o yelmos emplumados, y otro eswcudo encima de la puerta. El edificio es tan grande que coge casi una manzana. Hasta aquí, mas o menos  la descripción del decorado de los hechos.
Cuando yo me criaba, visitaba un dia al mes una capillita de la Virgen Milagrosa. Nos llegaba al atardecer, y al día siguiente, debiamos llevarla al siguiente devoto que venía en una lista pegada en una de las puertas. Yo era la encargada de hacer el cambio de domicilio. Me ponía al cuadril (cintura) apoyada la capilla, la rodeaba con el brazo y muy garbosa salía de mi casa a efectuar el traslado. El destino de la capillita era el palacio, que entonces vivía en el doña Juana Silva. La plazuela dicho sea de paso, era como nuestra segunda casa. Como los chiquillos éramos numerosos, seguro que formábamos gran bulla. Cuando jugábamos en las cercanías del palacio, la portera, que debía pensar que aquel trozo era suyo, no echaba con grandes voces y amenazas. Era una mujer vestida siempre de negro y de muy mal humor, no recuerdo muy bien como se llamaba, Eulogia, Eufrasia o Estanislá... Vamos que debió ponerse de mal humor  el dia del bautizo por el nombre que le había tocado en suerte ¿o en desgracia? y despues conservó el enfado toda su vida. El palacio, tiene un enorme zaguán, no se los metros que tendrá, pero es mas grande que mi piso. A la izquierda al entrar estaba la portería, pero al anochecer, la mujer ceraba la puerta, (no se si vivía allí o se iba a su casa), pero ya podías llamar que no te abría. A la derecha adosada a la pared, había una escalerita, con dos o tres peldaños de subida, un rellano y otros de bajada por la parte contraria, decían que era para que montasen a caballo los señores cuando iban embutidos en las armaduras. Colgado del techo en medio, había un farol con una bombillita, que alumbraba tan poco, que quedaba aquello en penumbra. Las puertas entonces, no se ceraban hasta bien de noche, y aquí empiezo a contar mis apuritos cada mes al llevar la capillita a su destino.
Enseguida que entraba en el portal, sin saber como, aparecían hombres embozados en sus capas, con unos grandes sombreros, unos con plumas, otros con unas reluciente hebillas, y por debajo de las capas, asomando sus espadas.
Como siempre me pasa, vamos me paso, así que terminaré mañana

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