viernes, 5 de septiembre de 2014

EL PALACIO CARVAJAR Y GIRION, NO ES LO MISMO

Hioy he estado a tomar el aperitivo con uno de mis hijos y su esposa, al Palacio Carvajal Girón, y no es lo mismo, ni mucho menos.,( a pesar de ser igual, como yo lo recordaba) El zaguán, es mas pequeño que como yo le recordaba, aunque nada haya cambiado, las escaleras de la derecha, son solo dos peldaños de subida y bajada con el rellano en el medio. La portería, es ahora la recepcíon . El farol con la minuscula bombilla, ha desaprecido, el artesonado del techo es el mismo, menos alto. Pasamos al patio, y allí estaban los dos pozos con sus brocales cuadrados de piedra de una sola pieza, preciosos, el arco o puente de donde se colgaban los cubos, uno con el escudo de los Carvajales y otro con el de los Grones, con unos artísticos cubitos de hierro, que antes no estaban. Lo han techado de cristales para poder utilizarlo como caferería  durante todo el año. La escalera de mis infortunios, igual de bella, el monstruo de la armadura con su espadón, no estaba, ha desaparecido y con ello parte del misterio. Pregunté a la camarera si el artístico suelo de la galería seguia siendo se baldosas unidas por artiisitcos azulejos. Me dijo que si, que todo lo habían conservado lo mejor que se podía, para que nada cambiase. Eso creía la joven. Pero para mi todo había dado tal cambio que mi decepción ha sido tremenda. Nada tenía el mismo encantao, nata tenía el mismo tamaño, nada era tan missterioso, yo me he hecho mayor y todo me parecía menor. Era medio día, pero creo que aunque hubiera sido al anochecer, me hubiera caausado el mismo impacto, seguro que los embozados habían desaparecido como el señor de la armadura y su espadón que me "seguía" cuando subía la escalera.
¡Me ha dado mucha pena¡ No se si volveré a pasar po allí, (seguramente) pero tardaré Mi decpción-, ha sido tremenda. Ahora mi mente no sueña, ni forja fantasmas. Todo es tan normal.... Lástima haberme hecho vieja con mis recuerdos que nada tienen de reales y haber empequeñecido las grandezas que yo recordaba.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

EL PALACIO CARVAJAL GIRON Y MIS RECUERDOS (II)

Aquellos embozados me perseguian con mirada amenazante. Yo apretaba la capillita de la Virgen contra mi pecho, implorando su protección. Caminaba todo lo deprisa que mis temblorosas piernas podían, buscando la puerta que da entrada a un patio porticado, lleno de macetas con un pozo en el medio.
Cerraba tras de mi la puerta con brío, y un gran suspiro, salía de mi pecho al sentirme libre de la persecución de los embozados. Pero mis males, no habían terminado, ni mucho menos. Tenía que subir la escalera. Una espaciosa y bella escalera de piedra con la barandilla tambien de piedra. Hay seis o siete escalones, luego un rellano, y en el rincón de la derecha, una enorme armadura con un espadón entre las manos, tan enorme como la armadura. Tal miedo me causaba pasar por delante, que me apretaba contra la barandilla queriéndome hacer invisible a aquel monstruo, y corría escaleras arriba. Mi corazón daba tales golpetones que me hacía mirar para atrás a ver si el hombre de la armadura me perseguía (por que siempre pensé que dentro había un hombre). Sudando, aun en invierno llegaba a la espaciosa galería con suelo muy artístico y barandilla de piedra también, llena de grandes macetas, uno de los maceteros era como una mesita que me quedaba el espacio justo para colocar la capillita. ¡Que alivio¡ Pero ¡ay¡ había que bajar. Con mi mano izquierda, me hacía una especie de manpara para no ver al temido guerrero, y a todo correr escaleras abajo, abría el portón para entrar al zaguán. Lo hacía a tal velocidad, que a los embozados quedaban tan perplejos que no les daba ni tiempo a salir de sus escondites. Así corriendo llegaba toda sofocada a mi casa. Mi madre me regañaba por llegar con tal sofocón, nunca se explicó por que tenía que llegar corriendo como alma que lleva el diablo, pero yo siempre calladita, nunca conté mis aventuras pues mi padre que tenía un gran sentido del humor y era bastante guasón, me hubiera tomado el pelo y mis hermanos le habrían hecho coro, y así la juerga a costa mía duraría de mes a mes. No se ahora por que lo cuento, debe ser que pasados los años, hasta a mi me causan risa aquellos infundados miedos

martes, 2 de septiembre de 2014

EL PALACIO CARVAJAl GIIRON Y MIS RECUERDOS

En algún rincón escondido de mi cabeza, estaban perdidos estos recuerdos que han aflorado ahora al ver el otro día en facebook una foto del Palacio Carvajal Girón, ahora convertido en lujoso hotel, sito, en lo que en mi infancia  se llamaba Plazuela Leal, hoy Plaza de Ansano, a pocos metros de la Plaza, vamos en el corazón de Plasencia.
Lo que os cuento, es autobiográfico, y un poco obra de mi calenturienta imaginación. Yo estaba segura que cada palacio tenía sus leyendas y fantasmas. Me crié, en el número 24 de la calle Zapatería, a unos metros del Palacio Carvajal Girón. Tiene este edificio una bella fachada de piedra almohadillada y una airosa portada también de piedra con grandes portones con llamadores redondos sujetos por leones. En las esqunas unos grandes escudos con las armas de los Carvajales, rematados en airosos cascos o yelmos emplumados, y otro eswcudo encima de la puerta. El edificio es tan grande que coge casi una manzana. Hasta aquí, mas o menos  la descripción del decorado de los hechos.
Cuando yo me criaba, visitaba un dia al mes una capillita de la Virgen Milagrosa. Nos llegaba al atardecer, y al día siguiente, debiamos llevarla al siguiente devoto que venía en una lista pegada en una de las puertas. Yo era la encargada de hacer el cambio de domicilio. Me ponía al cuadril (cintura) apoyada la capilla, la rodeaba con el brazo y muy garbosa salía de mi casa a efectuar el traslado. El destino de la capillita era el palacio, que entonces vivía en el doña Juana Silva. La plazuela dicho sea de paso, era como nuestra segunda casa. Como los chiquillos éramos numerosos, seguro que formábamos gran bulla. Cuando jugábamos en las cercanías del palacio, la portera, que debía pensar que aquel trozo era suyo, no echaba con grandes voces y amenazas. Era una mujer vestida siempre de negro y de muy mal humor, no recuerdo muy bien como se llamaba, Eulogia, Eufrasia o Estanislá... Vamos que debió ponerse de mal humor  el dia del bautizo por el nombre que le había tocado en suerte ¿o en desgracia? y despues conservó el enfado toda su vida. El palacio, tiene un enorme zaguán, no se los metros que tendrá, pero es mas grande que mi piso. A la izquierda al entrar estaba la portería, pero al anochecer, la mujer ceraba la puerta, (no se si vivía allí o se iba a su casa), pero ya podías llamar que no te abría. A la derecha adosada a la pared, había una escalerita, con dos o tres peldaños de subida, un rellano y otros de bajada por la parte contraria, decían que era para que montasen a caballo los señores cuando iban embutidos en las armaduras. Colgado del techo en medio, había un farol con una bombillita, que alumbraba tan poco, que quedaba aquello en penumbra. Las puertas entonces, no se ceraban hasta bien de noche, y aquí empiezo a contar mis apuritos cada mes al llevar la capillita a su destino.
Enseguida que entraba en el portal, sin saber como, aparecían hombres embozados en sus capas, con unos grandes sombreros, unos con plumas, otros con unas reluciente hebillas, y por debajo de las capas, asomando sus espadas.
Como siempre me pasa, vamos me paso, así que terminaré mañana