viernes, 14 de diciembre de 2018

CUENTO DE REYES

Ayer tuvimos los alumnos de la UNIVERSIDAD DE MAYORES DE PLASENCIA, la fiesta para celebrar las vacaciones Navideñas. Lo hacemos todos los años, es muy bonita pues participamos muchos de los alumnos, cada unio con lo que se atreve a hacer. No es difícil tener éxito, pues nos aplaudimois con fervor mutuamente. A mi, que no se me da mal escribir, me encargan que prepare algo (casi siempre poemas) Este año cambíé y escribí este

CUENTO DE REYES

En mi casa, todos somos Reyes, mi bisabuelo, Reyes, mi abuelo, Reyes, mi padre, Reyes, yo Reyes y tiene gracia, mi madre se llama Mary Reyes. Debíamos ser algo ricos, Teniamos una gran casa rodeada de jardines que entre el jardinero  y mi madre cuidaban con esmero, de forma que siempre había flores. Tenñiamos cocinera, doncella y chofer.
Mi padre, era alquitecto, debía ganar bastante dinero, casi siempre estaba fuera, algunas veces lejos, pues decían los mayores que iba al extranjero. Mi madre también era algo rica, pues a la muerte de mis abuelos heredó una fortuna. (Yo lo que oía decir a los mayores). A pesar de todo, mi madre me educó con cariño y severidad. Regañaba a mi padre,por llenarme de regalos cada vez que venía de viaje.

Aquel dia de Reyes cumplía yo cuatro años (pues nací el día de Reyes). Los zapatos que había dejado en el balcón del salón, eran casi invisibles, entren tantos regalos envueltos en papeles de preciosos colores. Había tres paquete, que llamaron poderosamente mi atención. Eran idénticos.Fuí directo a ellos, pero mi madre, me paró en seco:
-De hoy en adelante, cada día de Reyes, tendrás que regalar a un niño menos afortunado que tu, uno de esos paquetes.
.Déjame, mamá que los abra y que elija, el que ,menos me guste...
.No, tiene que ser sin abrir.Solo tienes que escoger uno y llevárselo a un niño mas pobre que tú. Lo demás, es para tí. Con grandes dudas, y no de muy buena gana, entregué a mi madre uno de aquellos paquetes.
.Pues bien, ahora nos arreglamos y vamos a llevar el regalo a la casa que el párroco me ha asignado.
Luego abrimos los regalos.
De muy huymor no tuve mas remedio que obedecer. Rafael, nuestro chofer nos esperaba. Mi madre, le entregó un papel con una dirección y  nos pusimos en marcha. Yo, intentaba adivinar el contenido del paquete. Tarea inútil. Llegamos a un barrio pobre y sucio. Yo nunca había visto un barrio así. Paramos frente a una casa (si se podía llamar así a aquella ruina) La puesta, estaba abierta, mi madre tocó con los nudillos y empujó. En un camastro, había una señora enferma, desgreñada y sucia. No se podía saber si era joven o vieja, guapa o fea. La cuidaba una niña, sucia y despeinada. No se podía saber si era guapa o fea con aquellas greñas, pero tenía unos maravillosos ojos azules. Los mas bonitos que yo había visto en mi vida. A una seña de mi madre, la entregué el paquete.
Sus maravillosos ojos azules, se posaron en los míos con una callada pregunta:
.¿Que era aquello y que debía hacer?
La dije. Abrelo ¿Cómo te llamas?
-Martina
Tirpemente, rompió el papel. La caja no contenía una muñeca como yo pensaba. Era un precioso coche policía, que al friccionarlo contra el suelo, se pomía en marcha, se encendían las luces y sonaba
una fanfarrona sirena. Martina, no se atrevía a tocarle, pero como los ni.
ños enseguida nos entendemos, pronto jugábamos como viejos amigos. Mi madre con Rafael entraron con un gran paquete en la habitación de la enferma, la pusieron sábanas limpias, lavaron y peinaron y la daministraron una medicina que llevaban. Luego le tocó el turno a Martina.
Como se alarga un poco para no cansaros, sigo mañana

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