sábado, 15 de diciembre de 2018

cUENTO DE REYES (II)

Cuando la vi salir de la habitación, de la mano de mi madre, con su vestidito nuevo, lavada y peinada... me pareció la niña mas bonita del mundo. Sus preciosos ojos azules brillaban de felicidad. Nos despedimos. Martina quería besar las manos a mi madre y a mi, en agradecimiento. Mi madre,. no lo consintió. Yo, la di un beso y nois marchamos a casa. Algo quedó para siempre en mi alma, que no todos los niños eran ricos y los ojos azules de Martina. Todos lios años   ten´`ia que escoger una de aquellas cajas para llevárselas a un niño menos afortunado que yo, ¡Bendita costumbre la que me enseñó mi madre, que yo he seguido practicando¡.
Mi padre falleció en un accidente de aviación, siendo yo muy niño. Poco después,. moría mi madre de pena. A mi, me crió como si fuera un hijo, la tata Fefa (Josefa) que había sido doncellita de mi madre y como eran de la misma edad, se hicieron muy amigas. De Martina no volví a saber, a veces la recordaba sin ser capaz dem dibujar su cara, solo tenía impresos sus maraviullosos ojos azules.Estudié medicina. Me hice pediatra por que me encantan los niños. Un día, se presentó en mi consulta una joven señora con un niño. Al verla, me dió un vuelco el corazón ¡Aquellos ojos azules¡ ¡Que tontería, no podía ser¡ Atendí al niño, le hicem la receta y la dije:
-Señora, su hijo tiene un gran resfriado, con esto (y le entregué la receta) mañana, estará bien.
-No es mi hijo, doctor,, soy su niñera, yo estoy soltera.
-¿Como se llama?
-Martina.
Mi corazón comenzó a galopar como si quisiera salirse del pecho, pero no podía ser...Martina que vió mi azoramiento, ro,pió a reir.
-Si Reyes, soy Martina, aquella niña que un dia de Reyes creyó tocar el Cielo con un coche policía que conservo con todo el amor de mi alma. ¡Bendita madre la tuya¡ Yo, de mayor cuando he podido, tambien humildemente, he procurado el dia de Reyes hacer feliz a un enfermito pobre y a llevarle un poco de felicidad con un regalito.
¡Bendita casualidad¡Ahora es mi esposa y seguimos con tan hermosa costumbre. Pero hay mas, Martina ha consegyido que cada jueves fuera cion ella a visitar a un enfermito pobre y a llevarle un poco de felicidad con un regalito.
Hoy es el día de Reyes, y sin saber por que, he comenzado a escriubir mis recuerdos.
¡Ah¡ se me olvidaba, tenemos un hijo precioso, con los mismos ojos azules que su madre. ¿Cómo no? Se llama REYES.

viernes, 14 de diciembre de 2018

CUENTO DE REYES

Ayer tuvimos los alumnos de la UNIVERSIDAD DE MAYORES DE PLASENCIA, la fiesta para celebrar las vacaciones Navideñas. Lo hacemos todos los años, es muy bonita pues participamos muchos de los alumnos, cada unio con lo que se atreve a hacer. No es difícil tener éxito, pues nos aplaudimois con fervor mutuamente. A mi, que no se me da mal escribir, me encargan que prepare algo (casi siempre poemas) Este año cambíé y escribí este

CUENTO DE REYES

En mi casa, todos somos Reyes, mi bisabuelo, Reyes, mi abuelo, Reyes, mi padre, Reyes, yo Reyes y tiene gracia, mi madre se llama Mary Reyes. Debíamos ser algo ricos, Teniamos una gran casa rodeada de jardines que entre el jardinero  y mi madre cuidaban con esmero, de forma que siempre había flores. Tenñiamos cocinera, doncella y chofer.
Mi padre, era alquitecto, debía ganar bastante dinero, casi siempre estaba fuera, algunas veces lejos, pues decían los mayores que iba al extranjero. Mi madre también era algo rica, pues a la muerte de mis abuelos heredó una fortuna. (Yo lo que oía decir a los mayores). A pesar de todo, mi madre me educó con cariño y severidad. Regañaba a mi padre,por llenarme de regalos cada vez que venía de viaje.

Aquel dia de Reyes cumplía yo cuatro años (pues nací el día de Reyes). Los zapatos que había dejado en el balcón del salón, eran casi invisibles, entren tantos regalos envueltos en papeles de preciosos colores. Había tres paquete, que llamaron poderosamente mi atención. Eran idénticos.Fuí directo a ellos, pero mi madre, me paró en seco:
-De hoy en adelante, cada día de Reyes, tendrás que regalar a un niño menos afortunado que tu, uno de esos paquetes.
.Déjame, mamá que los abra y que elija, el que ,menos me guste...
.No, tiene que ser sin abrir.Solo tienes que escoger uno y llevárselo a un niño mas pobre que tú. Lo demás, es para tí. Con grandes dudas, y no de muy buena gana, entregué a mi madre uno de aquellos paquetes.
.Pues bien, ahora nos arreglamos y vamos a llevar el regalo a la casa que el párroco me ha asignado.
Luego abrimos los regalos.
De muy huymor no tuve mas remedio que obedecer. Rafael, nuestro chofer nos esperaba. Mi madre, le entregó un papel con una dirección y  nos pusimos en marcha. Yo, intentaba adivinar el contenido del paquete. Tarea inútil. Llegamos a un barrio pobre y sucio. Yo nunca había visto un barrio así. Paramos frente a una casa (si se podía llamar así a aquella ruina) La puesta, estaba abierta, mi madre tocó con los nudillos y empujó. En un camastro, había una señora enferma, desgreñada y sucia. No se podía saber si era joven o vieja, guapa o fea. La cuidaba una niña, sucia y despeinada. No se podía saber si era guapa o fea con aquellas greñas, pero tenía unos maravillosos ojos azules. Los mas bonitos que yo había visto en mi vida. A una seña de mi madre, la entregué el paquete.
Sus maravillosos ojos azules, se posaron en los míos con una callada pregunta:
.¿Que era aquello y que debía hacer?
La dije. Abrelo ¿Cómo te llamas?
-Martina
Tirpemente, rompió el papel. La caja no contenía una muñeca como yo pensaba. Era un precioso coche policía, que al friccionarlo contra el suelo, se pomía en marcha, se encendían las luces y sonaba
una fanfarrona sirena. Martina, no se atrevía a tocarle, pero como los ni.
ños enseguida nos entendemos, pronto jugábamos como viejos amigos. Mi madre con Rafael entraron con un gran paquete en la habitación de la enferma, la pusieron sábanas limpias, lavaron y peinaron y la daministraron una medicina que llevaban. Luego le tocó el turno a Martina.
Como se alarga un poco para no cansaros, sigo mañana